Hoy en día, la participación de las mujeres en el mundo de los negocios y de la administración pública es notable, abriéndose camino en actividades que tradicionalmente correspondían al género masculino, ellas ocupan posiciones laborales que jamás se hubieran pensado en el pasado.
Se observa que las organizaciones cuentan con un gran contingente femenino bien capacitado entre sus cuadros profesionales y que llevan a excelentes resultados a sus empresas; ya no como excepciones o como un toque femenino sino con un sentido compuesto de actuación profesional, independiente de su condición femenina.
Asimismo, la creciente internacionalización del mercado laboral ha favorecido el empleo de la mujer en los países en desarrollo. EI capital privado que antes buscaba mano de obra femenina joven y barata, fácilmente capacitada para realizar labores repetitivas simples, ahora emplea mujeres mayores y mejor calificadas para desarrollar actividades de mayor complejidad como los servicios computarizados.
Sin embargo, recorrer este camino no ha sido fácil en la historia de las organizaciones y en la historia de vida de muchas mujeres. Inicialmente, la ausencia de modelos de liderazgo femenino, llevó a la mujer a copiar durante muchos años los modelos masculinos y, por cierto, hasta a exagerarlos en algunas características.
Aún con todo, se ha demostrado: Que si se eliminan los diferenciales de género en las ocupaciones y la paga, no sólo crecerían considerablemente los salarios de las mujeres sino también, la producción en su conjunto. Que las estrategias y políticas macroeconómicas serán más eficientes si se basan en la identificación correcta de las circunstancias y motivaciones de los agentes económicos involucrados.
Cada mujer como cada hombre, tiene su propio estilo personal y para ambos casos lo importante es la manera en que se visualiza al equipo, la sensibilidad con que desarrolla el potencial humano y el don de comunicación que permite percibir claramente los objetivos organizacionales, otorgándole seguridad a los trabajadores al conocer sus objetivos individuales y sus funciones específicas.
Si bien existen características íntimamente ligadas al género no debemos caer en una marginación del hombre y sí, ampliar el campo de acción de las mujeres, aprovechando sus características potenciales de liderazgo.
Por estas razones parto mi análisis desde la siguiente HIPÓTESIS: “El empoderamiento de la mujer peruana a través del liderazgo contribuirá al desarrollo social y económico del país”.
Concibiendo el LIDERAZGO como el conjunto de habilidades individuales e interpersonales y de conocimientos que posee una persona para lograr sus objetivos particulares y de su equipo. Y partiendo de observaciones realizadas, puedo afirmar que la mujer posee de manera innata, los dos primeros elementos. Habilidades individuales porque es responsable, expresiva, comunicadora, automotivadora, comprometida, creativa, emprendedora, visionaria, arriesgada, perseverante, constante, sensible; y habilidades interpersonales porque tiene capacidad de convocatoria, es motivadora, solidaria e integradora, participativa, sabe y le gusta trabajar en equipo y otorga iniciativa y poder.
Sin embargo, no es poseedora, en la gran mayoría de los casos, de los conocimientos necesarios que permitan su desarrollo integral; en consecuencia, con los dos primeros atributos como fortalezas logra un desarrollo parcial de sí misma y de los que la rodean.
Es necesario por tanto, concientizar a todas las mujeres y entes responsables, que ellas, todas sin excepción, deben ser formadas profesionalmente, de modo que sustenten su actuación empírica en una lógica o intuición científica, con un modelo de desarrollo integral para empoderarlas.
Por ejemplo, podría reproducir el modelo de “gestión” que la mujer desarrolla en su microambiente, luchando contra la pobreza de su hogar, satisfaciendo las necesidades de los integrantes de su familia, utilizando sólo sus características innatas, y llevar este modelo al macroambiente, al mundo de las empresas, de la política, empoderándola con el tercer elemento que es la capacidad profesional de calidad direccionada. Entonces conseguiremos lideresas promotoras y ejecutoras no solo de su propio desarrollo, sino también del país
Por lo tanto, el empoderamiento y liderazgo femenino es vital para que se alcance el equilibrio social y económico. He llegado a la conclusión de que la equidad de género y el incremento de la participación de la mujer en los ámbitos laborales, sociales y políticos es un requisito indispensable para empezar el extenso y arduo camino que nos transporte a minimizar los niveles de pobreza, que en muchos casos es consecuencia de la ignorancia, que hay que superar, en parte producto de la discriminación e inequidad de género que hasta la fecha persisten, limitando el desarrollo integral de la mujer.
Alcanzar este objetivo recae principalmente en la voluntad política de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial; y en la sociedad civil, es decir en los padres, comunicadores sociales, profesores, anuncios publicitarios, programas de televisión, médicos, ingenieros, empresas, en la sociedad en general, quienes en muchas ocasiones perpetúan esquemas y valores en la conciencia de nuestros hijos propios de un modelo de persona ya pasado.
La integración Gobierno y Sociedad y la convergencia de éstos usando canales de “comunicación bilateral” es la manera más viable y expedita para llegar a los compromisos por ambas partes. Como producto tangible surgirá la ejecución de programas, cambios constitucionales y leyes ejecutables. Al mismo tiempo se reforzaran las responsabilidades de los ciudadanos.
-El Modus Operandi de los hombres y mujeres que permita un crecimiento personal y familiar que se refleje en sus empresas e instituciones, en función a la práctica de valores.
-La construcción de identidades de género a nivel conceptual, sobre la sexualidad, la familia, el trabajo, el tiempo o el espacio, para que puedan modificarse las actitudes, lenguajes, sentimientos, necesidades, percepciones e interacciones.
-Debe reconceptualizarse el término “amor”, darle una nueva ética, el amor en tiempos de democracia: el de la cooperación y la solidaridad entre todos. Que no exija la renuncia, ni la entrega, ni la incondicionalidad o la servidumbre, donde no se requiera la obediencia ni la fe dogmática en los otros, sino que el amor sea parte de la integridad de las mujeres, de su valoración y dignidad humana.
-Eliminar los rasgos sexistas en el lenguaje que usamos todos los días y paulatinamente enriquecer el idioma con nuevos términos y nuevas expresiones que no impliquen discriminación hacia las mujeres; por ejemplo no decir niños, sino infancia, no decir ciudadanos sino ciudadanía, no decir “el hombre” sino “humanidad”.
-Examinar las implicancias que tienen las relaciones y desigualdades de género para los análisis macroeconómicos y las resultantes opciones políticas.
-Adecuar la estructura tributaria para las mujeres que ganan pequeñas sumas en lo informal. Por ejemplo generar impuestos focalizados.
-Ante el desafío de la globalización y la integración regional, las perspectivas de género deberán incluirse en toda estrategia de desarrollo regional, nacional e internacional.
-Habilitar a las mujeres con tecnologías de gestión para desarrollar profesionalmente su capacidad empresarial a nivel de micro y macro empresas y de comercio exterior.
-Lograr su participación en el debate económico de la región y el país y en la labor de fiscalización y monitoreo constante del uso que hacen las autoridades del gobierno del financiamiento para el desarrollo, de los préstamos y programas que se aprueban, con el fin de lograr que los fondos que se programen sean realmente utilizados para cumplir con los planes de desarrollo concertados y no queden dilapidados en los espacios burocráticos del poder.
-Adecuar los planes de estudio de las ingenierías y las ciencias esenciales relacionadas con las tecnologías de la comunicación en los sistemas de enseñanza a la mujer para promover la igualdad social y de género, y ampliar su acceso al mercado laborar.
La mujer líder tiene capacidad para motivar y debido a su capacidad de convocatoria, estimular la participación y la autoestima. Diferentes estudios constataron que la mujer concibe al liderazgo como un medio de transformación hacia sus subordinados, aplica sus habilidades por las relaciones interpersonales y motivacionales para transformar el interés individualista por un interés colectivo guiado hacia la empresa como totalidad.
Por un lado como resultado de la mayor participación de la mujer en todas las áreas y por otro al descubrir, un poco tardíamente, que los negocios o empresas harían bien en tomarla en cuenta porque es la decisora en lo que hace a rubros básicos de la familia: salud, educación, propiedades y hasta en la compra de automóviles, además del consumo habitual en alimentos, limpieza, cosméticos o vestimenta.
Algo así como que la mujer muestra mayores “chances” de ejercer un liderazgo diferente. Que tiene cualidades que la hacen más permeable a los climas emocionales, al manejo de los conflictos, a la horizontalidad, al trabajo en redes, a pensar en el desarrollo de las personas y sus necesidades humanas, a la complementariedad, la compasión, cuidado del planeta y al compromiso y responsabilidad.
Por tal motivo es un desafío ser Líder en la actualidad siendo mujer.
En esta situación donde la deshumanización se hizo cargo de casi todos los aspectos de la vida en las empresas, quien mejor que una mujer para poder poner un toque diferente, poder ampliar el horizonte de soluciones y abrir un nuevo camino hacia la concreción de resultados diferentes, incluyendo a las personas que forman el sistema de las empresas, como seres humanos imprescindibles para el crecimiento y sostén de la organización.
El liderazgo Femenino un modelo a tener en cuenta, un modelo para construir y afianzar.
¿Cuál es el mayor desafío para una mujer que quiere ser líder?
A las mujeres se las asocia con rasgos comunales, como dar cuidado, ser cálida y empática. El problema es que se suele pensar que los rasgos masculinos (ambición, competitividad) son los que hacen un buen líder. El desafío que tenemos las mujeres es ejercer liderazgo en un campo que no está nivelado, como quedó en evidencia con la expresidenta Michelle Bachelet. Cuando ella asumió, se empezó a repetir que le faltaba liderazgo: si tomaba una decisión sin consultar, decían que se mandaba sola, y si convocaba a una comisión le decían que no sabía qué hacer. Las mujeres en cargos de liderazgo caminan en una línea muy delgada. Si se ponen muy autoritarias (algo bien visto en un hombre), las investigaciones muestran que su capacidad de influir en los demás disminuye drásticamente. Eso es lo que tenemos que aprender a manejar.
Las mujeres deben Liderar
Diferentes estudios demuestran que el liderazgo femenino es un medio de transformación hacia su personal. La mujer aplica sus habilidades por las relaciones interpersonales y motivacionales para transformar el interés individualista por un interés colectivo guiado hacia la empresa como totalidad.Las empresas, más en las situaciones de crisis, necesitan mucho de esto. Lo que la mujer puede aportarles liderando, es mucho y no deja margen a su omisión. El manejo de conflictos, la complementariedad, los cuidados, las formas, las claras visiones de horizontalidad y más cualidades, son aspectos que se fortalecen en el liderazgo de mujeres. Y todo ello, se debe a cómo fue y es la esencia e historia de la mujer. También su condición a madre desarrolla muchas virtudes que las vuelca, indefectiblemente, en los diversos planos.
Liderazgo femenino
Las organizaciones deben de ir feminizando sus modelos estructurales. Nuevos paradigmas empresariales son los que deben arribar, modificando las empresas tanto social, cultural como económicamente. Hasta que no llegue este momento, de feminización empresarial, muchas mujeres son las que dirán que no a los cargos claves, porque debe actuar como hombres, relegando otros aspectos. Las empresas deben entender las conciliaciones de la mujer en el trabajo con todos los otros aspectos de la vida. De lo contrario, el precio que paga una mujer ejecutiva, líder, es muy alto.
Para quienes estén interesados, existe un libro, “La mujer Líder”, de Marta Romo, donde se hace mención a lo dicho en este post. La autora afirma que el modelo masculino ha fracasado y el cambio pasa por desarrollar lo que ella define como “talento femenino”, que tanto hombres como mujeres llevamos dentro. Y este “talento femenino”, no es otra cosa que un conjunto de cualidades que una mujer desarrolla más fácilmente que un hombre; como la capacidad de trabajo, flexibilidad y mayor intuición en la toma de decisiones. Por otro lado, hace mención que la cualidad más importante que debe tener un buen líder empresarial, hoy en día, es la inteligencia emocional. Y las mujeres, por el hecho de ser madres, pueden desenvolver mejor esta “inteligencia emocional” para descifrar códigos emocionales de otras personas.
De este modo, el nuevo liderazgo empresarial pasa por enaltecer cualidades que la mujer posee y debe potenciar: escucha, empatía, capacidad de trabajo, humanismo, optimismo y superación.
Pocas Mujeres Líderes
Pasé una gran parte de mi carrera ascendiendo la llamada escalera corporativa. Como presidenta y directora ejecutiva de Ogilvy y Mather, presidenta de J. Walter Thompson y posteriormente subsecretaria de Estado de Colin Powell, fui testigo de cómo se ejerce el poder y de cómo se eligen en los pasillos de las corporaciones y del gobierno a las personas que ocupan los puestos de liderazgo. En la actualidad hay muchas mujeres talentosas para elegir y sin embargo, todavía ocupamos relativamente pocos puestos de influencia.
A pesar de que fui una pionera en el mundo de los hombres, creo que hoy en día es más difícil para las mujeres de lo que fue para mí entrar en estos círculos de poder e influencia.
Los hombres en las posiciones de poder no saben cómo evaluar el potencial femenino. Saben que para los puestos de liderazgo se requiere de un espíritu competitivo, una resolución feroz y una interminable capacidad para motivar a los demás. Como notarás, estas cualidades no son para el trabajo en sí, sino que reflejan la naturaleza intrínseca como las personas abordan su trabajo.
La gente que toma las decisiones sabe cómo evaluar estas características en otros hombres, pero no conocen lo suficiente la fuerza interior de las mujeres como para emitir un juicio, así que eligen lo que conocen, lo que les es familiar —en otras palabras, eligen a otro hombre— para ocupar los puestos más altos.
Esto se debe en parte a las prácticas de corrección política, las cuales hacen mucho bien, pero de forma inadvertida, crearon una sensación de distancia. Fabricaron un escenario en donde los líderes masculinos no conocen o no reconocen las habilidades más intangibles de las mujeres que ascienden.
También se debe a que las mujeres que actualmente son elocuentes, preparadas y educadas, no están capacitadas para enfrentar una pelea. El trabajo puede volverse personal, salvaje, agresivo e injusto, con pocas esperanzas de reconocimiento y sin obtener pruebas de que estamos capacitados para desempeñar tareas futuras.
Pero manejar todo esto es sinónimo de liderazgo. Estas son las condiciones de compromiso y de relaciones que van más allá de grandes habilidades y de una lógica impecable. Por cierto, la gran capacidad para trabajar es algo en lo que sobresalen las mujeres, pero a menudo son tentadas a esconderse detrás de su gran trabajo, en lugar de hacer que las tomen en cuanta cuando las situaciones se vuelven complicadas y difíciles y se necesita el liderazgo.
Por supuesto, las mujeres cuentan con esas fuertes cualidades de liderazgo, pero no están seguras de cómo comunicar su forma de ser fuertes y resistentes. Hay una resistencia, casi un aire de pesar, cuando las mujeres intentan abiertamente convencer o influir o presionar con firmeza las decisiones poco populares. Es más difícil para nosotras mostrar las cualidades del liderazgo sobre nuestras más aceptadas “formas de actuar femeninas”, como son la modestia o ser parte de la comunidad.
Existe una solución. Las mujeres deben aprender a ser líderes bajo sus propios términos. No malinterpretes: no hablo de esperar a que las empresas se vuelvan más amables y más gentiles, o que preparen almohadas especiales para que las mujeres manden. No necesitamos tener excepciones.
Nuestra forma de ser no es menos feroz o valiente o urgente, pero debemos aprender a dar rienda suelta a todas esas pasiones de quienes somos realmente. Las mujeres deben darse cuenta de sus cualidades únicas y liberarlas. Esta es, en mi opinión, la habilidad más importante que les falta a las mujeres que trabajan en la actualidad. Solo cuando una mujer empieza a entender quién es ella desde el interior, entonces podrá darse cuenta de en dónde radica su capacidad.
Es una cuestión de dejarle saber a los demás en qué crees y todo lo que puedes ofrecer.
A pesar de que somos reconocidas por ser el sexo con más capacidad verbal, todavía necesitamos adquirir habilidades de comunicación que incluyen la capacidad de enfrentar acciones hostiles, de motivar a los que no tienen derechos, de revelar nuestra intensidad de propósito e incluso expresar enojo.
Yo enseño a las mujeres cosas como estas en los talleres que llamo El Factor X, donde la “X” es el potencial de las mujeres. Siempre los terminamos con presentaciones que pueden ser en forma de correos electrónicos, llamadas telefónicas, juntas e incluso hablar desde un podio, pero todas estas son oportunidades para presentarte a ti misma.
Encontramos que es muy sencillo para una expositora desaparecer detrás de las gráficas o dentro de un equipo. Después de nuestras sesiones, el mantra de las mujeres se convierte en Un paso enfrente en el trabajo. Es increíblemente gratificante ver a las mujeres que anteriormente aplazaban sus puntos de poder, dar un paso al frente, expuesto y vulnerable pero dispuesto a decir “yo creo”. Ésta es la forma en que los líderes se presentan.
Cuando una mujer se atreve a comunicar todas sus cualidades de liderazgo únicas a quienes mandan, ella será designada para tomar el mando. Yo utilizo este capítulo en mi vida para ayudar a que las mujeres tengan acceso a este poder sin explotar y puedan lograr su mayor potencial.
Me siento obligada a hacerlo, porque este es el tipo de manual que no encontré en los estantes de libros o en los cursos de entrenamiento. Y es el libro que yo deseaba tener cuando por primera vez me puse el traje de negocios y entré al enorme y peligroso mundo de la mercadotecnia.
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