MÉXICO, D.F., octubre 2 (EL UNIVERSAL).- Ya se fue Carlos Reinoso del banquillo del América. El defensa Miguel Layún ya no juega y los spots desaparecieron porque los resultados no avalaron el eslogan de Grande, muy grande. Ahora la afición azulcrema encontró más culpables de su crisis: Michel Bauer y también los jugadores.
Enfundados en la camiseta azulcrema, malheridos, uno a uno de los elementos de las Águilas caminaron rumbo al vestidor del Olímpico Universitario. Armando Navarrete lloraba la derrota, Daniel Montenegro tenía la mirada perdida y Jesús Molina salió del campo con la quijada trabada.
Lucían tristes, enojados, pero no más que sus seguidores que se dieron cita en Ciudad Universitaria para ver si el americanismo podría resurgir ante Pumas, uno de los rivales acérrimos de los de Coapa.
Los ¡Lárgate, Bauer! fueron el preámbulo a ¡Pongan hue… que a nosotros sí nos duele, por parte de las porras de las Águilas.
Entre esas recriminaciones fue el desfile americanista. Los futbolistas emplumados (y millonarios) se negaron a hablar con los medios de comunicación tras la caída con Universidad por 1-0.
Pero los ojos lloroso del guardameta amarillo lo decían todo. Sufrió un gol infortunado para él para que el América ocupe el penúltimo lugar del torneo.
Suden la camiseta, cab…, se entonaba en la grada ocupada por los barristas azulcrema. Más que el dolor de caer ante los felinos, les causaba coraje ver que los hombres que estaban destinados a alzar el título estén en medio del fracaso.
Layún sólo veía que algunos de los insultos se dirigían hacia él. No hizo caso omiso, sino que esbozó una ligera sonrisa sarcástica, mientras aguardaba en la puerta de Maratón del coso del Pedregal a que el árbitro Ricardo Arellano pitara el final del encuentro.
De qué te ríes, deberían ponerse a jugar bien, demandó otro de los furiosos seguidores emplumados.
Alfredo Tena, técnico del América, tampoco quiso pronunciar palabra. También falló a la promesa del Vicepresidente deportivo azulcrema, Luis Roberto Alves Zague de que los jugadores y entrenador tienen que hablar en las buenas y en las malas, que no iba a haber excepción alguna.
Las promesas sólo se han quedado en eso en el Nido.
El rostro siempre malencarado del Capitán Furia buscaba explicaciones, aún 15 minutos después de la derrota en Ciudad Universitaria.
Se le notaba que aún lo desconcertaba el hecho de que los suyos fueron mejores en cuanto a futbol y hubo un poco de actitud en el terreno de juego y aún así salieron derrotados. Se dirigió a la camioneta y se fue.
Al mismo tiempo, La Monumental se retiraba del inmbueble universitario. Se comían las burlas de su opuesto, La Rebel, la cual más que orgullosa le restregaba que Pumas es el actual monarca del futbol mexicano.
Somos campeones, se cantaba en el Pebetero de CU.
Del americanismo no quedó mucho minutos después, ya ni siquiera las lágrimas de Armando Navarrete fueron suficientes para decirle a su gente, a quienes profesan esa odiosa religión balompédica que las Águilas pueden ser Grandes. Muy Grandes. La furia de los hinchas amarillos es por sentir que Michel Bauer y los jugadores los han llevado al fracaso, que les han mentido con ese eslogan.
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