EFE. Cuando no hay lugar en el mundo donde tener voz y ningún papel puede dar fe de la existencia de un ser humano, es cuando un hombre, una mujer o un niño empiezan a ser invisibles a los ojos de los demás. La exposición fotográfica “Gente de ninguna parte. Los apátridas del mundo” pone rostro y ojos a una realidad dramática.
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— El fotógrafo norteamericano Greg Constantine comenzó hace seis años a retratar a aquellos que no eran de ningún sitio. En la sala de exposiciones BBVA, en el madrileño Paseo de la Castellana, se puede contemplar su obra que pone de manifiesto una realidad demoledora.
— “Para mí la apatridia es no tener identidad, no tener personalidad. Somos gente sin raíces (…) y yo quiero echar raíces”, dice con la tristeza reflejada en el rostro Ralilla Abulkhanova, una joven profesora cuyo origen es la antigua U.R.S.S.. Nació en Kazajstán, donde vivió hasta los 17 años, hasta que por sus estudios se trasladó a Rusia.
— Gracias a la colaboración de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) el fotógrafo estadounidense ha podido plasmar una realidad que afecta a 12 millones de personas en todo el mundo, que no tienen una nacionalidad reconocida ni pertenecen a ningún país.
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