Tres pasos para identificar los problemas “Amorosos”

Written by Redacción. Posted in Reportajes

Published on noviembre 20, 2011 with No Comments

La lista de quejas y sufrimientos que pueden describir las personas que están en una relación es muy grande, pese a que esto parezca paradójico ya que generalmente buscamos una relación para complementarnos y obtener satisfacción. A través de mis observaciones me he percatado que la mayoría de los problemas amorosos se pueden englobar en tres categorías: Por carencias, por conflictos o por incapacidad. Las analizaremos en detalle.
1) Por carencias: Personas que quieren más amor del que están recibiendo o demostraciones diferentes al tipo de amor que su pareja quiere o puede darles.
Ejemplo: Tú eres muy cariñosa y detallista, te encantan los “apapachos”, te desvives en atenciones hacia el otro (regalitos, cartitas o tarjetas, una cena especial, etc.). Tu pareja tal vez aprecie y agradezca todas tus manifestaciones de amor, pero no le nace o no cree importante ser recíproco en la misma intensidad o de la misma manera. Tú requieres más tiempo, apoyo, dedicación o interés por parte de tu pareja y él se muestra frío, distante, más interesado en otras personas o actividades (futbol, sus amigos, su trabajo, internet, su familia, etc.) y tú te sientes relegada, no tomada en cuenta, poco importante etc.
Peligros: Situaciones como las anteriores te pueden orillar a ser demandante, posesiva, celosa, chantajista, a estar suplicando o exigiendo amor, a agobiar o a fastidiar a tu pareja, etc. y por ende a que termine rechazándote en lugar de reaccionar de manera favorable ante tus peticiones, dejándote sumida en la impotencia, la desesperación y el abandono.
2) Por conflicto: Personas que se sienten profundamente lastimadas o traicionadas por su pareja. Esto incluye todo tipo de malos tratos, golpes, insultos, infidelidades, groserías, prepotencia, control, machismo, misoginia, etc. Aquí tu problema sería:
a) No entender por qué tu pareja actúa así.
b) Frustración e impotencia ante las injusticias en tu contra.
c) El deseo o la esperanza inútil de que va a cambiar.
d) La desesperación de sentirte atrapada en un callejón sin salida.
e) La codependencia o apego emocional que te impulsa a continuar con alguien que sabes que es nefasto para ti, con la pérdida de dignidad y autoestima que eso conlleva.
f) El deseo de dejar de querer a quién los lastima: “Por más que lo intento, no puedo sacármelo del corazón”.
Peligros: Pérdida de tiempo, desgaste emocional, violencia intrafamiliar, enorme sufrimiento para ambos miembros de la pareja, conflictos constantes, daño emocional para los hijos, problemas de salud (físicos y psicológicos), pérdidas económicas, inestabilidad, baja autoestima, etc.
3) Por incapacidad: Personas a quienes les gustaría volver a querer a quien ya no aman, ya sea por tradición (“No creo en el divorcio”), por temor a lastimar a la pareja (“Él es tan bueno, no puedo dejarle, no se lo merece, sufriría mucho, se muere sin mi”), etc.
Ejemplo: Una pareja cuyo amor se fue desgastando por estar ambos demasiado ocupados en los roles tradicionales (él trabajando, ella al cuidado del hogar y de los hijos). Cualquiera de los dos se da cuenta que ya no está enamorado, pero considera que la pareja es una buena persona, que no ha hecho nada malo, que no es justo querer abandonar la relación e intenta (en la mayoría de los casos inútilmente) reavivar la pasión. En general se siente irritado y molesto por estar en una especie de cárcel emocional que no le da libertad para alejarse de esa persona que se ha convertido en una carga
Peligros: Tarde o temprano la pareja se da cuenta del desamor y nos lo reprocha o vive permanentemente insatisfecho, fingiendo lo que no sentimos o cumpliendo por obligación, con una pérdida de entusiasmo por la vida, cayendo en la rutina, la monotonía y renunciando a la plenitud.
Ya expliqué los tres tipos de problemas y los peligros que implican. ¿Entonces, qué se puede hacer al respecto? Antes que nada, ser realistas y auténticos, porque si evadimos los problemas fingiendo que no pasa nada o insistimos en hacer cosas que no funcionan, vamos a arruinar nuestras vidas y las de nuestras parejas. A continuación veremos algunas actitudes más sanas y efectivas, aunque no siempre más fáciles, para lidiar con estos problemas:
1) Si estás en el caso de que pides más amor del que te quieren o pueden dar, revisa tu grado de codependencia. La mejor manera es leyendo los siguientes libros:
También trabaja con las siguientes frases mías hasta que las integres plenamente a tus pensamientos y actitudes. El amor ni se exige ni se suplica, se comparte libre y recíprocamente.
Merezco, valoro y disfruto cualquier atención o muestra de cariño que mi pareja desee tener conmigo. Sin embargo, no la necesito, ni la exijo, ni dependo de ella para mi bien estar emocional.
Si amas a tu pareja y deseas continuar en la relación, pero lo ves muy demandante, es necesario que lo contengas con palabras como:
“No es mi intención hacerte daño, pero no permito chantajes ni manipulación. Te amo, pero no puedo ser tu medicina emocional. Tú eres responsable de tus propios sentimientos”.
“Por favor no me cuestiones ni me interrogues. No te miento, pero tengo derecho a mi privacidad”.
“El que yo te ame no significa que permita que limites mi individualidad. Sin embargo, con mis acciones te demostraré sinceridad y confianza”.
“Te amo y eres importante para mí, pero jamás me pidas que te demuestre mi amor perdiendo mi individualidad”.
2) En el caso de las relaciones destructivas, hay que buscar ayuda profesional para ver si hay algo rescatable todavía o para desprenderse antes de que la relación acabe contigo.
Puedes también acudir a grupo de auto ayuda como “Adictos a las Relaciones Destructivas” o tomar cursos especializados en el tema.
Ante todo recuerda que otra persona no puede ni debe ser el centro de tu vida y que tú eres el único responsable de tu felicidad.
3) Por más que lo intentes, es imposible revivir el amor o el interés en la pareja una vez que está muerto. Por eso hay que cuidarlo, buscar ayuda y soluciones ante los primeros síntomas de deterioro para evitar que esta situación avance.
Vivir fingiendo o sacrificándonos en una vida de hipocresía no favorece a nadie. Es mucho mejor enfrentar la realidad y ser congruentes con nuestros deseos y necesidades. Las separaciones pueden ser difíciles, pero a veces son necesarias y después de superar el trauma inicial generalmente tenemos una mejor calidad de vida.

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