Forum en linea. Jorge Meléndez Preciado. Algunos comentaristas se asombran por el clima político que vivimos. Dicen que todo está al revés. Conciliación en el PRD, luego de las encuestas donde Marcelo Ebrard acepta el resultado y Andrés Manuel habla de la república del amor. Conflictos diversos en el PRI, especialmente en la cúpula, ya que Humberto Moreira hace lo que le ordena Peña Nieto y hasta golpes hay entre las facciones tricolores en el Distrito Federal. Y el PAN sin llegar a un candidato de unidad y pidiendo voto por voto en Michoacán, amén de señalar que perdió las elecciones debido al narcotráfico, donde todos los días hay, según el gobierno federal, desmantelamiento de cárteles y éxitos como nunca en la historia.
La lista es más amplia, obviamente, pero muy lógica en tiempos de desestabilización. El cambio llegó.
No se olvide que en Europa varios primeros ministros han dimitido, ganó ampliamente el Partido Popular en España y, lo más reciente, Barack Obama fue interrumpido en un discurso por los llamados Indignados, a los que terminó dándoles parcialmente la razón.
Por lo tanto, quien piense con los esquemas viejos, adiós. Es hora de iniciar otros análisis.
Luego de insistir en varias propuestas y lograr parcialmente algunas de ellas, Manlio Fabio Beltrones se retira de la contienda en el PRI.
El sonorense quiere una reforma política de fondo, gobiernos compartidos –algo en lo que coincide Marcelo Ebrard luego de éste ceder la plaza a López Obrador–, un nuevo modelo de desarrollo social y otro pacto social.
En un desplegado aparecido en varios diarios el 22 de noviembre, el jefe de los senadores priístas dice: He tomado “La decisión de no participar en la contienda interna no es un sacrificio, es mi aportación para la victoria del PRI en 2012. Siempre he insistido en que la unidad es un punto de llegada, no de partida. La unidad se construye con una idea común, con reglas claras, con transparencia, con equidad y sin exclusiones.” (Negritas en el original).
Más adelante al elogiar los esfuerzos de los militantes de su organización, indica: “son los que conducen, con muchos esfuerzos y pocos recursos, el triunfo de los candidatos y que saben que la lealtad exige lealtad. Que la división solamente la pueden alimentar la insensibilidad y el abuso”.
Párrafos elocuentes, que son como dardos para Enrique Peña Nieto y sus gerifaltes.
Es sabido que no hay ideas comunes entre el legislador y el exgobernador, ya que muchas de las propuestas beltronistas fueron paradas en la Cámara de Diputados: reelección de legisladores, iniciativas ciudadanas, etcétera, y otras ni siquiera consideradas, como el jefe de gabinete.
Las famosas reglas claras las violó el conocido bailaor que quiere hacerle fraude a todos, Humberto Moreira, al cambiar las formas de manifestarse de los tricolores, ya que los apoyos de gobernadores empezarán a fluir a favor del esposo de La Gaviota, algo que no había aprobado el consejo Nacional.
Transparencia, equidad e inclusiones no parece ser la tónica de quien se inscribirá de inmediato como precandidato, Enrique Peña, ya que desde siempre ha desarrollado una forma de trabajo: muchas exposiciones mediáticas, cantidades importantes de dinero, equipos con mapaches electorales y directrices centralizadas. Y es que su ocupación no ha sido únicamente en su todavía feudo, el estado de México, sino el territorio nacional, asemejándose al anuncio de una telefónica.
Breve paréntesis: (En los recientes comicios de España, el triunfador Mariano Rajoy, no dio entrevistas a la prensa, evitó tomar posición acerca de los asunto capitales del país, fue a un debate a realzar el soliloquio y cuando le preguntaban sobre algo decía que lo mejor era el sentido común que, como sabemos, es el más común de los sentidos, o sea, nada. Eso mismo está haciendo, de otra manera, Peña Nieto; léase su exposición sin contenido en el supuesto libro: México, la gran esperanza. Un estado eficaz para una democracia de resultados, el cual se difundió como si fuera un best seller, pagado, en innumerables medios de difusión).
Que el posicionamiento de Beltrones sacudió el ambiente político, ni duda cabe. Incluso el mismo Peña Nieto lo elogió; faltaba más. La bancada de su agrupación en el Senado lo felicitó y numerosos políticos, de muy diversos signos, entre ellos Marcelo Ebrard que había pasado por algo similar, percibieron una actitud valiente y responsable.
En otra parte, Manlio señala: “Reconozco que en mi partido hay quienes tienen prisa y alegan la necesidad de unidad para conservar sus privilegios o para garantizar sus intereses personales o de grupo.”
Y al final una advertencia: “Mañana, empiezo otra vez”.
Hay victorias que son pírricas, se ha dicho una y otra vez. La de Peña Nieto tiene esas características. Hacer un pacto con el PVEM y el Panal, a un costo oneroso no únicamente para el expartidazo sino la nación, muestra una debilidad de quien dice tener 20 por ciento de ventaja contra sus principales adversarios, uno ya definido, AMLO. Algo que señala bien Leo Zuckermann (Excélsior, 22 de noviembre).
Y que Armando Guadiana haya impugnado la convocatoria moreirista y diversos grupos estén en desacuerdo por las alianzas en la cúpula y el desprecio de las bases, esas que “con muchos esfuerzos y pocos recursos” dan el triunfo a los jefes del más añejo partido de la nación, es una muestra que no hay tal unidad.
Los próximos días no veremos grandes rebeliones, pero sí inconformidades que, tal vez, presagien un estallido o cuando menos deserciones amplias de un partido que ha insistido en su anticipado triunfo. Y en esto Manlio Fabio será un factor.
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