Notimex. Curiosidades en torno a la vida de los compositores clásicos hay muchas, y en el caso de Louis-Hector Berlioz hay una que tiene que ver con la que hoy es la imagen más famosa de él, que fuera pintada por Gustave Courbet y que pertenece a la colección del Musée d´Orsay.
Se trata de un óleo sobre lienzo de 61 por 48 centímetros, pintado en 1850 y que el famoso compositor romántico francés no quiso conservar, mientras que el pintor lo mantuvo entre sus piezas de más apego, al incluirlo en dos exposiciones personales de la época.
Cuentan, los expertos del citado museo, que fue gracias a la mediación de Francis Wey, gran amigo del músico, que Berlioz acudió a posar en 1850 al taller de Courbet, quien lo admiraba.
La entrevista, sin embargo, habría sido un desencuentro, debido a que durante las sesiones, Courbet se jactó de conocer de música y aprovechó la presencia del compositor para hacer una demostración de sus talentos de cantante.
“Berlioz se sintió engañado; luego, viendo que no era así, le tomó por un idiota”, cita un especialista, quien admite desconocer si esa fue la causa de que Berlioz rechazara el retrato una vez acabado.
Lo que es un hecho, remata, es que paradógicamente, este cuadro que no le hacía ningún favor estético al compositor, con el tiempo se ha convertido en la imagen más popular que se conserva de él, y la que lo ha traído a la posteridad.
Louis Hector Berlioz nació en La Côte-Saint-André, una población entre Lyon y Grenoble, Francia, el 11 de diciembre de 1803, fue un talentoso compositor y entre sus obras más conocidas se encuentra la “Sinfonía fantástica”, estrenada en 1830.
Berlioz fue un gran orquestador y armonizador, recibió la influencia de los más destacados músicos y compositores de la época y a su vez su extraordinaria música influyó en los subsecuentes creadores.
Fue hijo de un médico, quien también fue un aficionado a la acupuntura y envió al joven Hector a París a estudiar medicina; éste quedó horrorizado por el proceso de disección, y a pesar de la desaprobación de su padre, abandonó la carrera para estudiar música.
Inmediatamente después de su deserción, se matriculó en el Conservatorio de París, donde estudió composición y ópera e hizo amistad con intelectuales de la época, como Alejandro Dumas, Victor Hugo y Honoré de Balzac, entre otros.
Se cree que Berlioz fue un romántico innato, que experimentaba intensas emociones desde la más tierna infancia, y más tarde en una serie de aventuras amorosas, como la que tuvo a los 23 años, con la actriz estadounidense-irlandesa Henrietta “Harriett” Constance Smithson.
En 1830 creó una sinfonía inspirada en el amor de Henrietta, considerada por la crítica de la época como “asombrosa y vívida”, pero la señorita Smithson no asistió a su estreno, en París; debido al desplante, Berlioz se unió a Marie Mocke, cuya relación se vio interrumpida ya que la madre de Mocke la casó con un pianista.
Berlioz, quien en esa época ya estaba becado en Roma, cabalgó rumbo a París, disfrazado de ayudante doméstica, para matar a Moke, a su madre y al novio pianista, para posteriormente suicidarse, pero fue persuadido por sus amigos para abandonar tan absurda idea.
Luego de dos años, becado y estudiando ópera italiana, se enteró que Harriet Smithson finalmente había asistido a una presentación de la “Sinfonía Fantástica”, ella se percató de que la música era una clara alegoría de las apasionadas cartas que Berlioz le había escrito y pronto se casaron, para separarse años después.
Durante su vida, Berlioz fue más famoso como director de orquesta que como compositor, por sus ciclos de conciertos en Alemania e Inglaterra, donde dirigió óperas y música sinfónica, tanto suyas como de los más afamados compositores.
Varias veces se encontró con el compositor italiano Nicolo Paganini (1782-1840), y de acuerdo con las memorias de Berlioz, Paganini le ofreció 20 mil francos para que le vendiera la pieza “Harold”, petición a la que se negó rotundamente Berlioz.
Finalmente, Louis Hector Berlioz falleció en París, el 8 de marzo de 1869, sus restos se encuentran sepultados en el cementerio de Montmartre, de dicha ciudad, al lado de sus dos esposas, Harriet Smithson y Marie Recio.
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