Prensa Latina. Con un resultado que aún desata incertidumbre, resulta evidente hoy que la campaña electoral mexicana está más competitiva y pronostica emociones para la final: los comicios del próximo 1 de julio.
Faltan apenas cuatro días para la jornada electoral y mañana cierra oficialmente la campaña, cuando los sondeos ratifican en la punta al candidato Enrique Peña Nieto, de la coalición Compromiso por México, conformada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Verde Ecologista (PVEM).
Sin embargo, tanto los aspirantes Andrés Manuel López Obrador, abanderado de las izquierdas, y Josefina Vázquez Mota, del gobernante Partido Acción Nacional (PAN), quienes marchan segundo y tercero en encuestas, respectivamente, se adjudican que ya ellos superaron al priísta.
De una forma u otra los tres candidatos en la avanzada aportan las últimas energías en los “pocos metros” que le quedan para llegar a la meta y aquí no faltan como ingredientes los “trapos sucios” que de un tiempo a esta parte comenzaron a ventilarse de manera pública.
A estas alturas de la competencia no pocos consideraban que Vázquez Mota hubiese abandonado el terreno, pero no. Tras el segundo debate presidencial, organizado por el Instituto Federal Electoral, ella tomó aire y se recuperó.
Sobre la panista pesa que en sentido general no ha hecho una buena contienda, incluso después de la porfía televisiva los medios de prensa se preguntaron dónde estaba la Josefina que se mostró en la pantalla el pasado 10 de junio.
Además de las dificultades organizativas iniciales, Vázquez Mota presentó una estrategia de candidata diferente, pero esto ha tenido problemas de consistencia, opinó a Prensa Latina la doctora Rosa Isabel Montes, asesora de Estrategias de Comunicación Política para Campañas.
Si antes el PRI estaba aparentemente más confiado con el triunfo, ahora el propio candidato Peña Nieto retoma lo que ya López Obrador había planteado: la principal encuesta se vivirá el 1 de julio.
Vázquez Mota por su parte insta al voto, que nadie se quede en casa y sufraguen por el PAN, una fuerza política que echó de Los Pinos al PRI tras casi 70 años de permanecer allí inamovible.
La izquierda, entretanto, ha logrado expresar un mayor sentido de unidad y de acuerdo con observadores muchos están apostando al proyecto que impulsa López Obrador, con tal de no dejar posicionarse al PRI y al PAN nuevamente en la Residencia Oficial.
Además, la apuesta de los votantes buscará respuestas a situaciones extremas que vive este país de 112 millones 336 mil 538 habitantes, como son la crisis de inseguridad derivada de la guerra entre narcos y una estrategia para combatir el flagelo que al parecer no cuajó en seis años.
A esto se unen la pobreza que aqueja a 52 millones de mexicanos y la falta de empleos.
Si en algo coinciden los candidatos (incluido el cuarto de ellos, Gabriel Quadri, del Partido Nueva Alianza), es que las elecciones que se avecinan serán históricas, quizás las más importantes de este México multicultural y multiétnico.
Y aunque los sondeos indican una ventaja que fluctúa superior a los 10 puntos de Peña Nieto sobre López Obrador, se escuchan voces de analistas, periodistas y entendidos en el tema que prefieren no ser tan absolutas y recurren al manido axioma: “nada está escrito todavía”.
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