Dedicó Nicolás Fernández de Moratín obra poética a la tauromaquia

Notimex.- El poeta y dramaturgo español Nicolás Fernández de Moratín, de quien se conmemoran 175 años de su nacimiento, es considerado uno de los pocos intelectuales del siglo XVIII interesado en la tauromaquia, a cuyo tema dedica varios poemas.
La obra de Nicolás Fernández de Moratín, padre del connotado dramaturgo Leandro Fernández de Moratín, se enmarca en dos corrientes, la primera de éstas: la tradicional, que intenta mantener vivos los gustos del pasado, y la neoclásica que rechaza los excesos del Barroco y busca nuevos modelos en el arte y la literatura de la Grecia y la Roma antiguas.
De acuerdo con el portal electrónico “mcnbiografias.com”, Nicolás Fernández de Moratín vio la luz por primera vez el 20 de julio de 1737, hijo del encargado de resguardas la joyas de la reina, tuvo la oportunidad de estudiar en La Granja, en Segovia, y en Calatayud, en Zaragoza.
Cursó la carrera de Derecho en Valladolid y desde joven se caracterizó por ser un hombre culto que tuvo muchas aficiones populares como el teatro, la caza y los toros.
Durante un largo periodo vivió y disfrutó de la vida cultural de Madrid y fundó la tertulia de la Fonda de San Sebastián, una de las reuniones más importantes entre los escritores de mediados del siglo XVIII.
Se dedicó a escribir en diversos periódicos de la época y fue fundador el diario “El Poeta”, en el cual defendió algunas ideas fundamentales de la corriente neoclásica, como que la ciencia y la razón debían enriquecer el arte.
Como poeta, Nicolás Fernández de Moratín fue tradicional, mientras que su obra dramática ha sido considerada por los críticos como neoclásica, supo asimilar lo mejor de cada una de estas corrientes que en aquella época eran controversiales.
Según la biografía consultada, escribió sobre temas diversos, ejemplo de ello es su famosa “Carta histórica sobre la fiesta de los toros” (1777), en la que demostró las contradicciones de su generación, al mismo tiempo que defendió las nuevas ideas del neoclasicismo ilustrado.
Poemas líricos, en los que expresa su sentimiento amoroso de forma muy parecida a la empleada por los poetas barrocos del siglo anterior y composiciones de gran frescura y ligereza, más parecidas a la lírica neoclásica de su época, conforman su obra poética.
Entre sus versos más famosos, destacan los dedicados a la tauromaquia: “Tarde de toros en Madrid” y “La Diana o el arte de la caza”.
Aunque su teatro también tuvo enorme éxito, ejemplo de ello fueron sus obras: “La petimetra” (1762), “Lucrecia” (1764) y “Hormesinda” (1770).