Notimex.- Una gran analista de nuestra realidad y portentosa filósofa fue Ikram Antaki, quien llegó a México hace 40 años, sin hablar español, aunque con el tiempo lo dominó de tal manera que hoy su legado se encuentra mayoritariamente en este idioma, en el que existen infinidad de audios de los programas en los que compartía su sabiduría.
Disponibles en el sitio www.ikram antaki.com.mx, los audios con infinidad de temas filosóficos pueden ser adquiridos por sus seguidores.
Ikram Antaki Akel nació el 9 de julio de 1948 en la ciudad de Damasco, en Siria, y falleció el 31 de octubre de 2000.
Se dice que gran parte de su talento se debe a su madre, quien era experta y una amante de la literatura rusa del siglo XIX. Además, su abuelo fue el último gobernante turco de Antioquía.
De tal modo, que su abuelo demostró su gran valor al salvar a miles de armenios durante el genocidio armenio en Turquía.
Ikram estudió en una escuela de monjas franciscanas francesas, donde curso la educación básica y hasta el bachillerato, según señala “es.wikipedia.org”.
Asi, fue educada bajo el rigor y espíritu crítico de la educación gala que guió la vida y obra de la doctora Antaki, quien durante su juventud viajó a Francia para estudiar literatura comparada, antropología social y etnología del mundo árabe. En 1975, abandonó el viejo continente.
Ikram Antaki estableció su residencia en la República mexicana, donde permaneció hasta su muerte, decisión que realizó tras haber tomado un mapa y abrir un compás, colocando una punta en su ciudad natal y la otra en el punto más alejado posible que resultó ser México.
Antaki trabajó como maestra y publicó 29 libros en español, francés y árabe, entre los que destacan “El pueblo que no quería crecer”, “El espíritu de Córdoba” y “A la vuelta del milenio”. Además, realizó su serie radiofónica “El banquete de Platón”, se menciona en “pórticoluna.org”.
También colaboró con los canales de 11 y 13 de televisión, así como en diversas publicaciones impresas. A raíz de su participación en el noticiero radiofónico “Monitor” su obra fue conocida por el público. Su estilo fue su mejor carta de presentación con un lenguaje claro y accesible.
Antaki desarrollo diversas argumentaciones que le permitieron divulgar el conocimiento que ella había recibido a lo largo de su vida, habló de temas tan diversos como la historia de Caín y Abel, el Nintendo, los orígenes del universo, el Opus Dei, los filósofos griegos, etcétera.
Cuentan que se distinguió por sus opiniones poco ortodoxas. Se atrevió a decir que los jóvenes de 1968 habían sido la generación más pobre en el México del S. XX.
Sólo ella se refirió a los plebiscitos como un invento de los fascismos y dijo que la democracia no tiene cabida ni en la familia ni en la escuela.
Quienes conocieron a Ikram Antaki se refieren a ella como una mujer que gustaba de la soledad, que no sabía bailar ni nadar y que prefería estar lejos del glamour. El periodista Germán Dehesa fue acertado y drástico, cuando la definió como una mujer que “lo sabía todo, menos vivir”.
Sus lectores, por otro lado, destacan la amenidad de sus textos y conferencias, la profundidad de sus investigaciones y la originalidad de su carácter. Antaki, se definía como maestra, no como escritora. Recibió el premio Magda Donato en 1989 y Premio Juchimán de Plata en 1991.
En 1999, Antaki estuvo “clínicamente muerta” durante varios días, situación que la impulsó a publicar tantos libros como le fuera posible, lo que hizo hasta que la muerte la sorprendió el 31 de octubre de 2000.
Antaki se opuso a publicar una reseña sobre su vida en Internet, medio al que siempre miró con reservas, por la anarquía y pérdida de privacidad que el ciberespacio representa para los internautas.
Meses antes de su muerte publicó “El Manual del ciudadano contemporáneo”, libro donde los lectores conocieron el país ideal con el que la escritora soñaba.
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