Notimex.- Carlo Lorenzo Fillipo Giovanni Lorenzini, mejor conocido como Carlo Collodi, debe su éxito a “Pinocchio”, una historia publicada de manera íntegra en 1883, y de la que a la fecha se han hecho 187 ediciones, con traducción a 260 idiomas y dialectos.
Aunque, paradógicamente, Collodi murió sin conocer la fama y la popularidad, en la alegoría de la historia, el famoso títere comienza a llevar su propia vida, independiente a la del autor, de acuerdo con un artículo publicado en línea por “italica.rai.it”.
Literatura, cine y teatro han reproducido la historia de Collodi en la que un muñeco de madera se gana con sus acciones la gracia de una hada que lo convierte en humano, tras aprender valores en medio de diversas andanzas.
Hace unos días, convertida en musical, la historia de “Pinocchio” fue representada por la compañía Roseland, bajo la dirección de Franc Aleu, y apoyada en nuevas tecnologías y adaptada a un contexto contemporáneo, según detalla “diariovasco.com”.
En el espectáculo participaron la directora coreográfica Anna Planas, los bailarines Linn Johanson y Rudy Alvarado, quienes trabajaron en colaboración con la productora audiovisual multimedia “Urano”.
Carlo Lorenzo Fillipo Giovanni Lorenzini nació el 24 de noviembre de 1826 y falleció el 26 de octubre de 1890. Fue mejor conocido por su seudónimo de Collodi, que era el nombre del pueblo natal de su madre, Angelina Orzali, quien era una maestra titulada.
Sin embargo, Angelina trabajó en la hacienda de la ilustre familia toscana de Garzoni Venturi, recordada con especial cariño por el pequeño Carlo. Del mismo modo, trabajó para la rica familia Ginori de Florencia, en ambos casos, como camarera.
El padre de Carlo, Domenico Lorenzini, era de origen humilde, de carácter débil y salud frágil. Trabajó como cocinero para los citados marqueses Ginori. Carlo fue el primogénito de una numerosa y desdichada familia, según da cuenta la fuente italiana consultada.
Carlo asistió a una escuela elemental de Collodi, donde vivió con su tía. Poseía un carácter vivaz, inquieto y rebelde, sin embargo, ingresó al seminario de Val d’Elsa y a los “Esculapios de Florencia”, donde estudió Retórica y Filosofía. De este modo accedió a libros prohibidos.
Su familia se desahogó un poco cuando su hermano Paolo Lorenzini dirigió “la Manifattura Ginori”, y Carlo, guiado por su interés político, publicó sus primeras obras literarias en el periódico satírico “Il Lampione”, censurado por el Gran Duque de Toscana en 1849, pero reaparecido en 1860.
En 1856, escribió “Un romanzo in vapore”, de tono transgresor y humorístico.
Carlo compuso varios cuentos y relatos satíricos en esta época, en la que también trabajó en una librería, por lo que frecuentó ambientes revolucionarios contra el dominio de Austria y se enroló como voluntario en el ejército de Toscana durante la Guerra de la independencia (1848-1860), de acuerdo con lo que se apunta en “es.wikipedia.org”.
En 1875, Carlo incursionó en la literatura infantil con “Racconti delle fate”, traducción de cuentos franceses de Perrault. Collodi, fue conocido así como un escritor de carácter jovial y versátil, aunque considerado perezoso, siguió colaborando en diversos diarios hasta el 1875.
En 1876, escribió “Giannettino”, así como “Il viaggio per l’Italia di Giannettino”, serie desde la que explora la reunificación de Italia desde el prisma irónico de Giannettino de Alessandro Luigi Parravicini. El escritor expresaba sus propias convicciones mediante alegorías.
Collodi se consolidó como escritor de literatura infantil y redactó numerosos textos escolásticos.
En 1880, inició su “Historia de una Cierva”, conocida como Bambinino, que fue publicada semanalmente en “Il Giornale dei Bambini” (periódico italiano para niños), de Ferdinando Martini.
Gracias a esta novela, que después de titularía “Las aventuras de Pinocho”, la historia del títere más famoso del mundo, fue que llegó a ser famoso.
La obra salió íntegra en 1883, con el editor Felice Paggi de Florencia, actualmente se estima que cuenta con 187 ediciones y ha sido traducida a 260 idiomas y dialectos.
Collodi murió sin conocer la fama y popularidad, en la alegoría de la historia, el títere comienza a llevar su propia vida, independiente de la del autor.
Collodi fue enterrado en la Basílica de San Miniato, en Florencia.
Sus cartas, donadas por la familia, se conservan en la Biblioteca Nacional Central de Florencia. Entre sus obras se encuentran, además, “Storie allegre” (1887), “Racconti delle fate”, “Giannettino” (1876) y “Minuzzolo”.
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