Por: Carlos Muñoz.
Como es ya es costumbre, alrededor de 500 personas recorren habitualmente el Paseo Bravo, regularmente, con dirección al Centro Histórico y, al observar para todos los sentidos, encontramos muchos vendedores de los cuales el 20% ni siquiera posee una licencia oficial para poder establecerse en los pasajes de este barrio además de que la venta de alimentos y bebidas se encuentran a un precio un poco elevado.
Por la tarde, detectamos múltiples negocios de alimentos y bebidas, golosinas y vendedores de rosas que ofrecen sus productos a estudiantes y adultos mayores que transitan por Paseo Bravo. A pesar de las prisas de algunos ciudadanos, los choferes de camión, incluso, se paran en pleno tráfico para poder comprar algún cigarro o cualquier otro producto de su preferencia ante la impaciencia de los demás automovilistas.
Si bien, el Ayuntamiento de Puebla es quien otorga este tipo de permisos para aquellos vendedores que poseen puestos con el logotipo propiamente de dicho órgano de gobierno pero, cabe decir que, muchos de los llamados “carritos” poseen una falsa imagen de lo que realmente aparentan, es decir, “carritos chocolate”.
Dulces, cigarros, aguas frescas, tacos y demás son los productos que ofrecen estos vendedores que poseen una edad entre los 17 y 60 años de edad. De igual forma, la mayoría de la gente que recorre este sitio simplemente observa la extrema cantidad de puestos que pueden afectar la imagen de un lugar histórico muy natural, según la opinión de algunos poblanos.
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