Notimex.- Tapachula. Miles de personas abarrotaron la zona arqueológica de Izapa, ubicada a 10 kilómetros de Tapachula, para ser testigos de la culminación del calendario maya y el inicio de la llamada nueva era o “Baktún”.
De acuerdo con los estudios realizados en los últimos 50 años por parte de diversos astrólogos, epígrafos y arqueólogos, ese lugar sería el punto principal de alineación de la Tierra con el resto del Universo programado para este 21 de diciembre.
Por ello, desde dos días antes, turistas de varias partes del mundo viajaron hasta la Frontera Sur del país para participar en los eventos que las autoridades estatales y municipales tenían programado.
La mayor concentración de personas se registró en el centro de Izapa, aunque el resto de las secciones también concentraron miles de visitantes.
Por ello se puso en marcha un operativo especial en el que participaron diversas corporaciones policíacas y de Protección Civil, quienes reportaron saldo blanco.
Aún cuando muchos llegaron hasta ahí desde la media noche, la expectación se hizo latente alrededor de las 06:30 horas, cuando salieron los primeros rayos del Sol.
En espera de ello, formaron vallas humanas para dar espacio a que la luz iluminara a las principales estelas descubiertas en el lugar.
“No puedo creer lo que estoy viendo”, dijo Micaela Chiu Tuk, líder de la Congregación Indígena Mesoamericana, quien estuvo en el lugar, al igual que infinidad de dirigentes sociales de México y otros países centroamericanos.
Y es que momentos antes del solsticio había un completo silencio para saber lo que iba a ocurrir. Había una temperatura de 18 grados y cielo despejado.
“Repentinamente las puntas de la hilera de volcanes de los dos países que se divisan desde aquí, encabezada por el Tacaná que sirve de referencia limítrofe con Guatemala-, se iluminaron al mismo tiempo y semejaron que se habían prendido grandes reflectores”, dijo Chiu.
El momento cúspide llegó cuando los rayos solares empezaron a iluminar a Izapa, lo que causó gritos de júbilo, llanto y asombro por parte de los asistentes.
En tanto que en silencio, los mayas explicaban sus creencias a la nuevas generaciones, a través de jeroglíficos, sombras y una colocación milimétricamente exacta de las estelas y sus edificaciones.
La primera estela en recibir la luz fue la número cinco, conocida como “El árbol de la vida; la creación del universo”, una piedra de aproximadamente 1.80 metros de alto por 1.50 de ancho, la cual es detallada en el Popol Vuh, incluso aparece en el Libro Mormón.
Como si los mayas trataran de explicar algo, la luz fue bajando por la piedra en la que los relieves detallan como un ser supremo hizo todo en el universo y trajo la vida a la tierra; creó al hombre, los animales, el viento, el fuego, el agua y las plantas, pero también señala una relación con el inframundo.
Momentos después se iluminó una estela que semeja ser una mujer en trabajo de parto, es decir, con ello nacía la nueva era.
Las exclamaciones fueron en cadena cuando los rayos también llegaron hasta un monolito en que los habitantes de esa antigua ciudad decapitaban a los que perdían en el partido de pelota, deporte precursor de lo que ahora es el futbol.
Posteriormente, las edificaciones se llenaron también de luz, lo que fue aprovechado por muchos para hacer oraciones, otros para entrar en meditación, unos más para hacer ceremonias, incluso algunos solo para tomarse la foto.
No se oscureció el cielo ni tampoco ocurrieron los grandes sismos y ninguna de las catástrofes que hubo quienes creyeron que ocurrirían, sólo hubo paz.
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