“Soy Dios’. Esta es una de las frases que el joven John Sharon solía decir a sus vecinos cuando sufría una de sus crisis epilépticas. De forma inesperada, se veía inmerso en una sensación de omnipotencia y en la creencia de poder guiar al resto de los humanos cual profeta. Durante sus ataques, John sentía un dolor intenso, casi insoportable, pero al mismo tiempo y sorprendentemente, sentía una enorme felicidad. Y todo ello en un hombre que manifestaba no haber sido religioso nunca antes en su vida.
Este es uno de los casos de epilepsia del lóbulo temporal estudiados por el doctor Ramachandran, un prestigioso neurólogo de la Universidad de California. Sin embargo, no es esta la única vez que se ha ligado esta área del cerebro a la experiencia mística. Se conocen otros casos de lo que se ha denominado ‘epilepsia de Dostoievski’. Estas crisis extáticas son episodios cuya aura (momento previo al ataque) incluye una sensación de felicidad extrema, gran placer (no sexual) y la sensación de estar conectado con el universo pero aislados de la realidad. Gran parte de los casos comienzan con una alucinación simple, una luz brillante, y progresan hacia alucinaciones complejas generalmente de tipo religioso, como ángeles, Cristo, el cielo o el infierno. El propio Dostoievski experimentó este tipo de alucinaciones y sensaciones, y las describió a través de varios de sus personajes literarios, razón por la que este tipo de epilepsia ha recibido su nombre. Otros personajes históricos como Teresa de Jesús o Juana de Arco podrían haber sufrido esta patología según diversos autores.
Más frecuentes en el hemisferio derecho
Lo que sí parece claro es que este tipo de crisis relacionadas con la experiencia religiosa suele localizarse en los lóbulos temporales del cerebro, y con mayor frecuencia en el hemisferio derecho. De hecho, según los estudios de la Universidad de California, las personas con epilepsia del lóbulo temporal tienen una respuesta emocional más elevada ante palabras como ‘Dios’, lo que podría significar que tienen una propensión hacia los sentimientos religiosos. Según Ramachandran, podría incluso parecer que existe en nuestros cerebros toda una arquitectura destinada al procesamiento de información religiosa. Son interesantes las investigaciones de la Universidad de Montreal con un grupo de monjas Carmelitas. Utilizando resonancia magnética funcional se estudió su actividad cerebral mientras se encontraban en lo que denominaron “unión subjetiva con Dios”. Los datos mostraron un aumento de la activación en áreas orbitofrontales, temporales y parietales derechas, así como en parte del sistema límbico y el tallo cerebral. También ha existido un acercamiento a otras formas de espiritualidad como la de los monjes budistas del Tibet, expertos en meditación, quienes también muestran un patrón de actividad cerebral distinto.
Sin intención alguna de juzgar o invalidar la experiencia religiosa de cada uno de los mortales, los estudios neurocientíficos intentan comprender de una manera objetiva a la relación entre las personas y la idea de Dios, y acercarse así a este aspecto de la humanidad.
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