La OCBA brinda concierto con obras de Liszt, Brahms y Messiaen

Notimex.- Sin necesidad de una batuta para patentizar su autoridad sobre el escenario, ni traje de cola para resaltar su imagen, José Luis Castillo condujo anoche magistralmente a la Orquesta de Cámara de Bellas Artes en su Programa siete de su Primera Temporada de Conciertos 2013.

El concierto fue de relumbrón. José Luis Castillo llevó como de la mano al Coro de niños de la Schola Cantorum con su director Alfredo Mendoza; al pianista Carlos Salmerón y a Nathalie Forget en la ejecución de su instrumento de corte electrónico: Ondas de Martenot, por eso, la Sala Principal de Bellas Artes trepidó.

El platillo fuerte de la noche fue el estreno en México de la obra “Tres pequeñas liturgias de la presencia divina”, del compositor francés Olivier Messiaen (1908-1992), una de las personalidades musicales más interesantes del siglo XX y su legado, se presta idealmente para toda clase de análisis y desde puntos de vista muy diversos.

Sobre esa pieza de estreno, una vez, el autor dijo: “La idea principal es la de la presencia divina, con cada sección dedicada a un tipo diferente de presencia.

La primera está dedicada al Dios que está presente en nosotros; la segunda, al Dios que está presente en sí mismo y la tercera al Dios presente en todas las cosas”.

Antes de esa portentosa composición estrenada originalmente el 21 de abril de 1945 en París, los asistentes que anoche ocuparon apenas unas tres cuartas parte del coloso de mármol escucharon con oreja atenta “Angelus!, Priére aux anges gardiens”, de Franz Liszt (1811-1886), y “Es ist ein Ros’entsprungen”, de Johannes Brahms (1833-1897).

La obra de Messiaen es una pieza que remite al escucha a lo espacial, ya que habla de estrellas, constelaciones, satélites y, obviamente, de los pájaros. El compositor francés también lleva al público a la presencia de lo trascendente, es decir a la actitud de la divinidad, por un lado, y la del individuo, por el otro.

“Tres pequeñas liturgias de la presencia divina” es de una auténtica complejidad considerable, que oscila entre los extremos: Es rápida y es lenta, por eso tiene la vivacidad del lenguaje de los pájaros. En una primera instancia parecería una montaña rusa de sonoridades, pero en el fondo, es una suerte de audio divino.

A Messiaen le interesaba la ráfaga y el batir de las alas de los pájaros, y esos son dos aspectos que se ven reflejados en la obra que se estrenó anoche en este país. El autor compuso esa pieza a la vez que escribía un tratado sobre técnica musical, dando pautas sobre el canto de los pájaros, enfatizando el color.

El programa de gala que se presentó anoche en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes con la cortina de cristal Tiffany de fondo, se repetirá íntegro el próximo domingo a medio día en el auditorio “Silvestre Revueltas”, del Conservatorio Nacional de Música (CNM), en esta ciudad.