Notimex.- José Saramago fue un renacentista con una fuerte presencia ética en el mundo de las letras y humanista hasta su muerte el 18 de junio del 2010, aseveraron las escritoras Pilar del Río y Laura Restrepo.
La vida y obra del Nobel de Literatura 1998 fue evocada anoche en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, durante un conversatorio entre la viuda de Saramago, Pilar del Río, y la escritora colombiana Laura Restrepo.
Con este homenaje póstumo a Saramago, Portugal abrió las puertas de su stand como país invitado de honor a la 26 Feria Internacional del Libro de Bogotá, que se extenderá hasta el próximo 1 de mayo.
“José siempre decía las cosas con sentido humano. Alguna vez dijo: Llegamos más fácil a Marte que al ser humano”, compartió Pilar del Río, quien fue, además de su esposa, su traductora.
Días antes de morir, cuando cenaba con amigos en su casa en la isla de Lanzarote, el autor del Evangelio según Jesucristo los sorprendió al responder a sus comentarios sobre la crisis económica, con la frase: “No hay crisis económica”, refirió.
Agregó que ante la mirada de los comensales, el escritor portugués concluyó: “No hay crisis económica. Hay crisis de moral, de la ética y de ahí se deriva todo”.
Para su viuda, las parábolas en la obra de Saramago siempre resaltaban al ser humano y la Academia Sueca lo destacó al afirmar que éste volvía “comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, compasión e ironía”.
Laura Restrepo, quien mantuvo una fuerte amistad con los Saramago, no ahorró palabras para calificar al único premio Nobel en lengua portuguesa como un renacentista que habla con contundencia sobre la vida y el amor.
Saramago “tenía una sabiduría para los diálogos de amor, expresaba una sensualidad profunda en el alma y en el cuerpo”, subrayó la autora de Olor a rosas invisibles, Delirio, Demasiados héroes y Hot Sur.
Restrepo recordó una manifestación en la que estaba presente Saramago y ella le dijo que cuando escuchaba la palabra “nosotros” evocaba sus viejos tiempos de militancia en la izquierda, porque esa palabra significaba acción colectiva.
Saramago “era un hombre de fe, de libros, que mezclaba la dulzura y la tristeza, era un juego de convicción y pesimismo”, indicó.
El escritor, según Pilar del Río, murió libre, en paz, sin sufrimiento, con compasión por la humanidad y su futuro, y su gente lo despidió el día del funeral leyendo sus libros en voz alta y levantando los brazos con la obra Alzado del suelo.
“Fue una cosa hermosísima ver a la gente leer en voz alta su obra”, enfatizó Pilar del Río, mientras el auditorio recordó a Saramago con una ovación cerrada.
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