Notimex.- Habilidoso, armonioso y ovacionado lució anoche el percusionista rumano Mircea Ardeleanu, durante un recital que ofreció en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes en esta ciudad, en el marco del 35 Foro Internacional de Música Nueva “Manuel Enríquez” (FIMNME).
El músico, quien ha actuado en numerosos escenarios y festivales de música contemporánea de todo el mundo, engalanó el recinto de mármol con siete estrenos, de los cuales dos fueron mundiales y cuatro en México.
Se trata de las obras “Torte II”, de Urs Peter Schneider; “Au”, de Christoph Neidhöfer; “Anabasis”, del compositor Eugen Wendel; “Soy como Orozco?”, de Enrique González Medina; “Polovragi”, de Dora Cojocaru; “The Origin”, de Horatiu Radulescu, y “Zyklus”, de Karlheinz Stockhausen.
De manera camaleónica, el solista, quien en 1978 obtuvo el primer lugar en el “Concours National Bukarest”, sección de solistas, y un año después, el primer lugar en el concurso internacional “Gaudeamus”, en Rotterdam, atrapó las miradas de los presentes al tocar su címbalo de manera magistral.
Se trata de instrumento de cuerda, el cual tocó con un par de mazos en ambas manos, golpeando las cuerdas para hacerlas sonar; es una especie de salterio pero de mayor tamaño.
Sonoridades similares a las de la música de Persia y hasta iraní, se escucharon a lo largo y ancho de la Sala Manuel M. Ponce, en un recital en el que el músico presumió de su gran virtuosismo.
La velada inició con “Torte II”, una obra que de acuerdo con las notas del programa, fue compuesta para el aniversario 80 del compositor alemán Karlheinz Stockhausen; la obra guarda cierta relación con la obra Zyklus de Stockhausen pero al usar organización completamente diferente de instrumentos y un ritmo especial, es más antítesis de ésta.
Enseguida se escuchó “Au”, una obra escrita originalmente para barítono y percusión y dedicada al propio Mircea Ardeleanu. La obra en su doble proceso de composición y decomposición hace referencia al trabajo del escultor suizo Jean Tinguely.
“Soy como Orozco?”, del mexicano Enrique González, fue otra de las obras aplaudidas por los presentes; se trata de una suite para miniaturas, para marimba, cuyas sutiles sonoridades acompañan la declamación de un nuevo conjunto de éstos.
Por su parte, “Polovragi”, de Dora Cojocaru, está inspirada en los ritos de iniciación dacios que se llevaban a cabo en la cueva que da título a dicha obra en Rumania.
La pieza comienza con un “motto rítmico” que genera la forma musical entera estructurada en siete secciones: motto, invocation, entrelacs, retours, arabesques, encore y epilogue.
Por lo que hace a “Zyklus”, de Karlheinz Stockhausen, se trata de la primera partitura escrita para solo de percusiones, y la pieza que abrió el camino para las percusiones en el arte musical.
Dicha obra, según las notas del programa, fue compuesta de manera obligatoria para el concurso Kranichstein para percusionistas.
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