Notimex.- El Museo Thyssen-Bornemisza presentó hoy la sexta entrega de la serie “miradas cruzadas” con la exposición “Reflejos. De Van Eyck a Magritte”, con el tema del juego entre imagen real e imagen reflejada.
La pinacoteca española dio a conocer lo anterior y destacó que en esta entrega, maestros antiguos y modernos vuelven a convivir en un mismo espacio.
En “Reflejos. De Van Eyck a Magritte”, artistas de distintas épocas demuestran su dominio de la técnica al servirse de metales, cristales, espejos y diversas superficies reflectantes para mostrar detalles que han quedado fuera del cuadro o que permanecen ocultos en la escena representada.
Además, en un alarde narcisista, aprovechan incluso para retratarse a ellos mismos pintando tras su caballete. Un juego visual que cuestiona al propio observador de la obra sobre qué es realidad y qué es reflejo dentro de cada lienzo.
El Museo Thyssen-Bornemisza apuntó que la recreación de superficies reflectantes entre los objetos de un cuadro ha sido un motivo constante en la pintura que, desde al menos el siglo XV, tiene fascinados a un gran número de artistas por las posibilidades pictóricas que ofrece.
Resaltó que el deseo de superar el carácter plano de la pintura fue, sobre todo desde el Renacimiento, una de las principales aspiraciones de los pintores, y el uso de reflejos en sus obras fue la herramienta más refinada que utilizaron para conseguirlo.
Puso como ejemplo que el Díptico de la Anunciación (c. 1433-1435) es uno de los mejores y más tempranos ejemplos de la perfección ilusionista en la escuela flamenca del siglo XV.
“La técnica de la grisalla, que imita la escultura, junto al uso de las sombras y de los reflejos permite a Jan van Eyck dotar a las figuras de un increíble efecto tridimensional”, dijo.
Agregó que la superficie pulida del fondo actúa como un espejo y refleja la parte oculta a los ojos, permitiéndonos ver los pliegues traseros de las túnicas o las cabelleras ondulantes de la Virgen y del arcángel San Gabriel.
“El reflejo contribuye a la perfección de la ficción y nos descubre lo que esconde el otro lado sin necesidad de rodear a las figuras”, aseguró.
La pinacoteca aseveró que 500 años más tarde, el pintor belga René Magritte recuperó la tradición pictórica ilusionista iniciada por Van Eyck, con el objetivo de cuestionar la idea de la pintura como espejo del mundo real.
En “La Clef des champs” (1936) el reflejo es precisamente el elemento que convierte al lienzo en un enigma visual ya que, como el cristal, la pintura “se ha roto”; ha abandonado su papel de reflejo de lo visible y se ha convertido en un instrumento del artista para demostrar la ambivalencia de realidad y ficción, abundó.
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