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Written by Redacción. Posted in Columnas, Minuto a Minuto

Published on julio 29, 2013 with No Comments

Omar VillaseñorRecordando a Luis Buñuel y su “ángel exterminador”

“A estas horas hasta el color de los labios se desvanece”

Sí hablamos de surrealismo, nuestra mente inmediatamente evocará las pinturas de Dalí, de Magritte y por qué no, de Kahlo, pero tratándose del celuloide, una referencia obligada tiene que ser Buñuel, a propósito de que un día como hoy, pero de 1983, nos abandonó.

Este fin de semana, gracias a canal 22, tuve la oportunidad de ver una de las grandes obras de este cineasta, titulada “El ángel exterminador”.

Empezaré por los aspectos técnicos. No cabe duda que esta cinta es de lo mejor que podemos presumir en nuestras vitrinas, no por nada ocupa un lugar en la lista de 100 mejores películas del cine mexicano (de la revista “Somos” de 1994) y aparece entre las mil mejores de todos los tiempos (en el New York Times).

Es de resaltar su fotografía, realizada por el memorable Gabriel Figueroa, quién bajo la dirección y un guión del mismo Buñuel, auxiliado por Luis Alcoriza, crea una atmosfera esplendida para esta bizarra historia.

“El ángel exterminador” nos narra un capítulo extraño en la vida de un grupo de burgueses, quienes asisten a una cena en la mansión de los Nobile. Alentados por sus finas costumbres y regodeos en sociedad, no se permiten salir en primera instancia del salón; pero, con el paso del tiempo, descubren que su aislamiento en el cuarto va más allá de su comprensión.

el angel exterminadorBuñuel logra una crítica mordaz hacia la burguesía y su petulante etiqueta, y nos muestra que al final del día “todos los gatos son pardos”. Al enfrascar a estos seres, que no son más que humanos comunes y corrientes, en una situación extrema, podemos verlos mostrar sus instintos más primitivos.

Aterrizándolo a nuestra sociedad, a nuestro espacio y tiempo, rememoré a los “gentlemans” y “ladies” de Ixtapaluca, de las Lomas, de Polanco, de… quienes “mostraron el cobre” en situaciones deleznables. Y es que la clase burguesa, la clase A (o AA), a pesar de mostrarse en las páginas y revistas de sociales, con toda su faramalla, no es más que gente normal, que se quema en la hoguera de las vanidades y banalidades. (A quién le quede el saco).

Regresando a la película, ya para cerrar, cabe destacar la escena final, la cual nos regala una vertiginosa mezcla de sonidos e imágenes, dónde una vez más hace una crítica sutil a la iglesia. La cual por cierto está haciendo su chamba en Brasil, para apaciguar a los “revoltosos”.

Lamentablemente el ciclo de cine de Buñuel que ofreció el canal de CONACULTA, finalizó con esta entrega, pero pudimos disfrutar también de “Él” y “Ensayo de un crimen”, recomendadas ampliamente. Sí tienen oportunidad, en verdad véanlas, y dejen de gastar sus “quintos” en superproducciones que no dan pie al razonamiento; bueno, solo es un consejo.

Omar Villaseñor Zayas
@omarVzayas
@lavoluta

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