Notimex.- La empresaria mexicana Adriana Fernández Peñalva decidió trasladar una legendaria tradición de su país hacia el sur del continente al convertirse en la única productora del dulce licor de rompope en Argentina.
“Lo hice porque me apasiona la cultura mexicana y porque el rompope es algo que siempre me gustó mucho, es una bebida con una fuerte carga emocional”, contó a Notimex esta poblana de 37 años titulada como Administradora de Empresas.
“El sabor del rompope lleva a muchos mexicanos a su infancia, porque era la única bebida con algo de alcohol que te dejaban probar en las fiestas, en la Navidad, tomarlo era como una travesura”, agregó.
El camino hacia la elaboración del elíxir amarillo fue inesperado, ya que Fernández Peñalva llegó a Buenos Aires hace 13 años sólo para estudiar un posgrado en mercadotecnia, pero se enamoró y se casó con un argentino con el que hoy tiene cuatro hijos.
“Siempre he tenido gusto por la gastronomía, por la cocina, y cuando me vine a radicar aquí (en Buenos Aires) y viajaba a México, los paisanos nos pedían chiles, moles, pero nosotros elegíamos traer y regalar el rompope porque nos encantaba”, recordó.
Por azares del destino, un día llegó a sus manos un recetario poblano del siglo 16 con historias de las dulcerías y productos de ese estado tan rico en tradiciones, entre las cuales se encontraba el rompope original que había sido inventado en los conventos.
La receta había sido heredada entre generaciones y Fernández Peñalva decidió hacer la prueba “a ver si me salía”, aunque con adaptaciones, porque hace cinco siglos el rompope se matizaba seis veces con lienzos, proceso innecesario con los modernos coladores triples.
Cuando encontró el sabor que quería, registró la marca “La Sacristía” y empezó a ofrecer el rompope primero a conocidos y luego en restaurantes o a servicios de comida para eventos, y seis años más tarde de sus primeras pruebas, produce alrededor de 13 litros por mes.
“Luego de la crisis bajó la venta, porque en otros años llegué a hacer 25 litros al mes, aunque el negocio fluctúa mucho, por ejemplo el año pasado sólo para dos eventos tuve que hacer 150 litros”, explicó la empresaria.
El rompope le permitió mantener viva una relación sentimental con su país natal pese a los ocho mil kilómetros de distancia y el negocio le ha brindado satisfacciones que superan, por mucho, la mera cuestión económica.
“La gente de México nos busca porque quiere tener un recuerdo, un sabor, un pedacito del país, no es sólo comprar rompope, sino acordarse de la abuela, de los olores y sabores de la comida mexicana, un trocito de la cultura que dejamos, pero no perdemos”, dijo.
Es muy raro que los compradores no tengan una historia para contar relacionada con la bedida, señaló, y por eso cuando alguien le compra una botella es normal que se quede contando alguna anécdota familiar.
Además, el rompope ha conquistado a los argentinos, que con el paso de los años se han convertido en su principal cliente, en una paridad ocho a dos con los mexicanos, aunque estos siempre podrán sentirse orgullosos de mostrar y compartir un producto con tanta tradición en su país.
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