Hidalgo, la historia que no hacía falta contar
“Sus ideas apestan más que el culo de satanás”
El día de ayer, tomando un rato de descanso y enajenándome con la caja mágica, me dispuse a escuchar el malogrado primer ‘grito’ de Peña Nieto, que entre abucheos y linternas verdes, coreó los nombres de los ‘héroes patrios’; lo que me recordó que hace tiempo quería ver “Hidalgo, la historia jamás contada” (grave error).
La película narra tres momentos que poco han sido abordados sobre la vida de la máxima figura de la independencia de la nación. Comenzando por sus últimos días de presidiario, en el Colegio de los Jesuitas en Chihuahua, y culminando con el 30 de julio de 1811; la cinta cuenta, por medio de retrospectivas, en una primera instancia, el retrato de un joven Hidalgo (pésimamente interpretado por un tal Yurem), y posteriormente su paso por San Felipe Torres Mochas en 1972.
¿Qué vemos de diferente? Sí bien es cierto que dejamos de presenciar al Miguel Hidalgo y Costilla de cartón, de libro inmundo de texto gratuito, de estampita de papelería de la esquina, de cura rebelde con estandarte de la ‘madre de todos los mexicanos’ en mano; ahora vemos un personaje totalmente irreal. El Hidalgo de Bichir pareciera la mezcla de ´Tomas´ de “Sexo, Pudor y Lágrimas” y ‘el padrecito’ de ´Cantinflas´; un ser carnal, dicharachero y ´pecaminoso´ que al final pareciera ser un ´libertador por accidente´. Aunque al final de cuentas, guionista y director no se meten en ‘camisa de once varas’, y dejan de lado los momentos del Hidalgo independista.
Y ni que hablar de la dirección, la fotografía, la edición, el vestuario; perfectamente se hubieran podido hacer cortes de 20 minutos para realizar una teleserie. Las actuaciones melodramáticas rayan en lo burdo, y el poco manejo de un lenguaje apropiado conforme a la época, llevan a la cinta a esbozar secuencias caricaturescas.
¿Por qué la necesidad de cimentar la historia en personajes? ¿Únicamente gracias a la ´valentía’ de estos ‘héroes’ cuasi celestiales logramos ser ‘libres’? ¿Acaso la revolución egipcia o la tunecina de 2011 cuenta con estos próceres? ¿Acaso resulta peligroso enseñar que la base de los movimientos revolucionarios es la unión y organización social?
Sin querer sonar a profesor de historia mencionaré algunas de las verdaderas causas de la independencia, solo por hacer un recuento y dar pie a recordarlas. Entre las causas internas se puede mencionar: La desigualdad económica y social (entre peninsulares y criollos), el crecimiento comercial (manejado por los criollos), la lucha política (nuevamente entre los grupos mencionados). Entre las causas externas están: La influencia de la ilustración europea, la invasión napoleónica a España, la independencia de las trece colonias.
Es notable que a lo largo del tiempo la manipulación de la información dota de poder a los mandatarios del sistema, y lo mismo pasa con el manejo de la ‘historia oficial’. Hasta hace unos años, desconociendo lo que actualmente contienen los libros de la SEP, además de sus mencionados 117 errores ortográficos, no se hablaba de la guerra de los cristeros o de la matanza de Tlatelolco. Entonces ¿Por qué aceptar la historia oficial?
Luego, pareciera que la mayoría de textos que llegan a nuestras manos, son escritos por historiadores comprados, y entonces, la noticia que vemos en medios de comunicación audiovisuales y escritos ¿también es comprada?
El pasado viernes (da escalofríos) vivimos a través del cristal o del papel o de las ondas, el desalojo de los maestros del CNTE de la plancha del zócalo. Por un lado, tenemos las opiniones de que son seres flojos y holgazanes que no les preocupa la educación y el desarrollo del país, y por otro que son seres humanos con necesidades básicas que se ven amenazadas ante una reforma ‘educativa’ (laboral) que responde más a intereses políticos.
El 13 de septiembre pudimos ver y escuchar narraciones cargadas de un lado de la balanza y del otro. Las primeras bajo la tutela de los ‘líderes de opinión’ y dueños de los medios nacionales, la segunda por medio de las redes sociales, que dan apertura sin discriminación a todo aquel que posea los recursos para expresarse.
Por ende, me queda claro que la historia, que la información, está saliendo de las manos de las esferas del poder, que la nueva historia la podemos escribir en conjunto, por medio de las nuevas tecnologías de la información; siempre y cuando no dejemos que los de arriba metan sus manos en estas maravillas que el hombre ha creado para sí mismo. ¡Ah! Y que no la deformemos para convertirlas en vías de comunicación exclusivamente de asuntos triviales.
P. D. Al final de la película matan a Hidalgo.
Omar Villaseñor Zayas
@omarVzayas
@LaVoluta
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