“Cuando se conoce lo dulce de la libertad, jamás se olvida, y se lucha incansablemente por nunca dejarla de percibir, porque ella es la esencia del hombre, porque solamente el hombre se realiza plenamente cuando se es libre”.
Estamos a unos días de que se cumplan 45 años de la matanza de Tlatelolco (la segunda). Y el clima social que estamos viviendo se mezcla con las imágenes mentales, que he compilado en mi memoria, acerca de los días predecesores de la tarde del 2 de Octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas. Y es que yo también fui y soy estudiante, y al igual que muchos tuve y quedan pensamientos y sentimientos ‘revolucionarios’, que no han sido del todo mermados por el sistema. Por lo tanto a lo largo de tres semanas hablemos del cine y de su encuentro con los fatídicos hechos del 68.
Así que intentemos hacer una ‘molotov’ de palabras que hagan llama y mella, y que encienda nuevamente el “2 de octubre no se olvida”, entendiéndolo más allá de una simple fecha. Ya lo señala Marcelino Perello, ex líder estudiantil, en otro documental (La masacre de Tlatelolco): “Reducir lo que sucedió en México 68, a lo que pasó una noche en una plaza, es peor que un crimen”.
Comenzaremos por describir “El Grito”, documental realizado en el mismo año de la tragedia, dirigido por Leobardo López Aretche, quién edito 8 horas de filmación de estudiantes del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la máxima casa de estudios (UNAM). El primer testimonio audiovisual de una de las represiones más cínicas y sin vergüenzas de la infame historia mexicana.
Su formato, el documental. El formato audiovisual que a partir de la toma de imágenes de personajes y hechos reales crea y recrea la historia para deleite y perturbación del espectador. “El Grito” resulta una cinta que tendría que ser como una biblia para el pueblo mexicano, para comprender como funcionaba (¿o funciona?) realmente el derecho de asociación y reunión; derecho que por cierto muchos de nosotros pisoteamos al anteponer nuestros intereses personales.
Este documental nos ofrece una crónica del movimiento estudiantil del 68, y cómo lo que empezó con una riña estudiantil terminó envuelto en un velo ensangrentado de impunidad. Cómo se pasó de una pelea entre estudiantes el 22 de Julio de 1968, a una represión brutal sin sentido; cómo la marcha en contra de estos hechos el 26 de julio, confluyó con la del CNED, quien conmemoraba la revolución cubana; cómo se conjuntaron diversos factores nacionales e internacionales para desencadenar todo un movimiento en favor de los derechos civiles y humanos.
Pasando por momentos claves como “La Marcha del Rector” de la UNAM, encabezada por Javier Barros Sierra, el 1 de agosto; la formación del Consejo Nacional de Huelga (CNH) el 8 de agosto; el izamiento de la bandera rojinegra en el asta de la plancha del zócalo, el toque de campanas de catedral y el canto del himno nacional el día 27 de agosto; la marcha del silencio del 13 de Septiembre.
No debemos dejar de lado el clima global de la época; lo que también hizo ruido en el movimiento: La revolución cubana, el pensamiento comunista, los movimientos guerrilleros de los 60, el auge ‘hippie’ en contra de la guerra de Vietnam; en Francia, el mayo del 68; la primavera de Praga; al norte, las panteras negras, influidas por el pensamiento de Malcom X en favor de los derechos de los afroaméricanos en Estados Unidos.
¿Pero qué querían estos cuates? El pliego petitorio pedía 6 puntos: 1. Libertad de todos los presos políticos. 2. Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal. 3. Desaparición del cuerpo de granaderos. 4. Destitución de los jefes policiacos Luis Cueto, Raúl Mendiolea y A. Frías. 5. Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto. 6. Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.
Por cierto, ¿nos hemos tomado la molestia de conocer el pliego petitorio o los pronunciamientos del CNTE? En el 68, los estudiantes pedían que los medios de comunicación dejarán de estar al servicio del gobierno, que se abrieran espacios al dialogo en televisión, prensa y radio, para que estos fueran del conocimiento de la población. Y el día de hoy me sorprende leer comentarios que atentan contra la libertad de expresión de estas personas. Como hubieran agradecido que el punto 3 de aquellos jóvenes se hubiera llevado a cabo.
El movimiento del 68 sigue impactando hasta nuestros días, fue escuela para el Halconazo o jueves de corpus, posiblemente para Acteal y Aguas Blancas. Fue muestra de que la seguridad pública denigrada puede convertirse en herramienta represora como en Atenco, como en el movimiento estudiantil del 99, como tal vez en manifestaciones actuales.
¿Acaso la historia es cíclica? No olvidemos una de las máximas de Marco Tulio Cirerón: “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. O ¿Por qué no? Las ideas de Salvador Allende: “Los hombres y pueblos sin memoria, de nada sirven; ya que ellos no saben rendir culto a los hechos del pasado que tienen trascendencia y significación; por esto son incapaces de combatir y crear nada grande para el futuro”.
Omar Villaseñor Zayas
@omarVzayas
@LaVoluta
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