Notimex.- El represor argentino Ricardo Miguel Cavallo, quien fuera detenido en el año 2000 en México, es el único de los 67 militares imputados por los crímenes cometidos en la ESMA que acude a las audiencias en donde testifican las víctimas.
A sus 62 años recién cumplidos, ya que nació el 29 de septiembre de 1951, Cavallo es trasladado tres veces por semana desde la cárcel de Marcos Paz, en la provincia de Buenos Aires, a los tribunales de Comodoro Py, vecinos al puerto de esta capital.
En una de las salas de este tribunal se realiza el tercer juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), que fue uno de los centros de exterminio de presos políticos más grandes de América Latina.
El juicio, que comenzó en noviembre del año pasado y terminará a fines de 2014, es el proceso más importante en materia de derechos humanos a nivel internacional, por el cúmulo de imputados (67), víctimas (789) y testigos (830).
De los acusados, sólo una decena ha sido condenada en juicios anteriores, entre ellos Cavallo, aunque los fallos aún no están firmes, pero ahora, por primera vez, se investigará a quienes participaron en los llamados “vuelos de la muerte”.
En la ESMA fueron secuestrados alrededor de cinco mil presos políticos, muchos de los cuales luego eran subidos a aviones militares para ser tirados vivos al Mar Atlántico o al Río de la Plata, por lo que sus cuerpos nunca aparecieron.
Cavallo fue uno de los principales jefes de la ESMA, en donde lo llamaban por el apodo “Sérpico”, por lo que en muchas ocasiones las víctimas se refieren en su presencia a los tormentos que él mismo les infringió.
El represor, sin embargo, nunca mira a los testigos, ya que permanece todo el tiempo pendiente de una computadora portátil en la que abre archivos y escribe, y a ratos sólo comenta en voz baja algo con Rosana Marini, su abogada de oficio.
Cavallo no sólo secuestró, torturó y asesinó, sino que se apropió de bienes de sus víctimas y amasó una fortuna que, años después, le ayudó a emprender negocios en México, como la empresa Talsud que iba a manejar el Registro Nacional de Vehículos.
Su éxito empresarial terminó el 24 de agosto de 2000, cuando un periódico mexicano reveló su pasado en la dictadura militar y comenzó un periplo por cárceles mexicanas y españolas, hasta que finalmente fue extraditado a Argentina a mediados de 2008.
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