Notimex.- Reynosa. La tradición del día de muertos es la única fecha en la que ni una sola tumba se queda sin flores nuevas, limpieza, reparación, pintura e incluso comida y artículos favoritos de aquellos que ya no están.
Previo a esta celebración, en escuelas, casas-habitación y algunas oficinas públicas colocaron altares con el fin de recordar a los familiares, amigos o compañeros que ya fallecieron.
Reynosa es una de las ciudades fronterizas que registra a nivel nacional un incremento acelerado en su población, situación que propicia un mosaico de costumbres, tradiciones y festividades impulsadas principalmente por personas originarias de otras entidades del país.
El historiador y cronista de esta ciudad fronteriza, Reynaldo López Olivares destaca que el panteón municipal “Sagrado Corazón” alberga más de 15 mil tumbas en una superficie superior a las 6.5 hectáreas.
Resaltó que este camposanto es el único en Reynosa que ha sido reconocido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia como patrimonio cultural.
“En la actualidad existen varios panteones particulares pero el que alberga a fundadores de esta frontera y personas de arraigo descansan en este cementerio” dijo el entrevistado.
Dijo que otro de los panteones de mayor antigüedad es el “Guadalupano” en donde descansan cuerpos desde hace un siglo y medio.
Reynaldo López refirió que el paso de los años y el constante flujo migratorio que vive esta localidad han modificado algunas costumbres, entre estas la forma de velar y sepultar a sus difuntos.
Señaló que anteriormente, cuando una persona fallecía era velada por espacio de tres días en su domicilio particular, hasta donde arribaban familiares y amigos con flores, veladoras e incluso alimentos para compartir con los dolientes.
El historiador dijo que con el paso del tiempo esta costumbre se ha ido perdiendo pues en la actualidad el 98 por ciento de las personas son veladas en casas funerarias en donde no se permite prender veladoras y en cambio se enciende un foco en señal de “luz”, los cuerpos son preparados para resistir la elevada temperatura que persisten gran parte del año y se sepultan en promedio a 24 horas de haber fallecido.
“Las costumbres cambian a lo largo del tiempo gracias a la mezcla de culturas, ideas y tradiciones que se viven en una ciudad como Reynosa en donde ahora, en lugar de vestir de negro en señal de luto, la gente opta por el color blanco en señal de tranquilidad y paz” dijo.
Menciono que hasta en la forma de velar y sepultar a los que mueren se ha imitado a los vecinos de Estados Unidos pues dijo hay panteones que venden sus lotes “estilo gringo” que consiste en colocar césped y una pequeña lapida sobre la tumba y ya no se hacen edificaciones como en antaño que “era digno de ser recorrido y admirado”.
“Un panteón es el espejo de un modo de vida de una población y prueba de ello es el panteón de “El Charco Escondido”, construido en el siglo XIX, en donde podemos encontrar tumbas y mausoleos con inscripciones que nos hacen pensar que ahí vivía un grupo de gente con preocupación y preparación, que honra a sus muertos conservándolos hasta el día de hoy” dijo.
El cronista mencionó que el arribo de personas originarias de estados como Veracruz a esta frontera durante los últimos años así como de Guanajuato, San Luis Potosí, Nuevo León, el Distrito Federal, entre otros sitos, ha permitido que las tradiciones netamente mexicanas empiecen a cobrar vida en esta frontera.
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