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Written by redaccion2. Posted in Columnas, Minuto a Minuto

Published on noviembre 04, 2013 with No Comments

Omar VillaseñorCine, terror, México.

“Si no combatimos esa obsesión muy pronto todos vamos a creer en la existencia de Hugo”

Seguramente ya sabes de qué película hablaré en esta ocasión. ¿La razón? El día de muertos y la costumbre de ver cine de terror en estas fechas.

Espero que este año, en su menú fílmico de horror, hayan visto alguna cinta mexicana. Ejemplos, hay varios. Entre las más recientes podemos contar a Kilometro 31 (2007), y otras mal logradas como Cañitas (2007). En los 90, Sobrenatural (1996) y la grandiosa opera prima de Del Toro, Cronos (1992). Y hasta la risible Vacaciones del terror (1989) con Pedrito Fernández y Tatiana.

Pero, sin lugar a dudas, las películas emblemáticas de este género en nuestro país, llegando al punto de ser consideradas de culto, son las de Carlos Enrique Taboada Walker: El libro de piedra (1968), Hasta el viento tiene miedo (1968), Más negro que la noche (1975) y Veneno para las hadas (1984). Hoy hablaré de la primera, siendo mi predilecta.

Dejando de lado las actuaciones melodramáticas y acartonadas, la trama gira perfectamente, en torno a tres ejes que poco a poco van develando la historia real. A la par de Julia (Marga López), institutriz que llega al cuidado de Silvia (Lucy Buj), vamos conociendo los pormenores que tienen trastocados a los habitantes de la casa.

En un comienzo Silvia parece tener un caso de amistad imaginaria, lo que podría conducirnos a pensar que la película tratará con trastornos mentales y situaciones que establezcan un miedo psicológico. Pero tenemos un giro al ir presenciando apariciones y situaciones paranormales, lo que nos habla que tratamos con un fantasma. Pero sorpresa, comenzamos a ver que la trama es más profunda, y ahora lidiamos con magia negra y misticismo.

El libro de piedraTodo ello hace que la cinta te enganche, además de que deja cabos sueltos para que uno, como espectador, los ate como mejor le plazca. A diferencia de la adaptación del 2009, no tenemos clara la perturbadora perdida de Julia, como tampoco las muertes que sufren algunos personajes, lo que da paso para echar volar nuestra imaginación y nuestro temor.

Mención aparte para Lucy Buj, quien a diferencia de una desangelada (o desendemoniada) Mariana Beyer (El libro de piedra, 2009), logra producirnos un estado de intranquilidad. Es, hasta cierto punto, y por la época, turbulento encontrar la maldad en una pequeña niña.

En verdad, espero que por un momento se hayan olvidado de ver las clásicas extranjeras de terror como: Nosferatu (1922) Phantom of the opera (1925), Drácula (1931), Frankenstein (1931), por mencionar algunas. O aquellas dirigidas por Alfred Hitchcock. O las basadas en historias de Stephen King. Deseo que hayan dejado de lado el cine zombie, el terror asiático, las masacres, los asesinos, y sobre todo atrocidades como Paranormal Activity.

Si no han visto el Libro de piedra o una de las otras tres películas que menciono de Taboada, no duden en ir por ellas. Y otra recomendación, no vean los remakes o refritos de esta película, ni la de Hasta el viento tiene miedo (2007).

Por último, y aunado a consumir lo nuestro. Para mi es una pena ver cada año más fiestas de Halloween y menos ofrendas, más disfraces y menos catrinas, más calabazas y menos calaveritas de azúcar. Respetemos nuestras tradiciones, engrandezcamos nuestras costumbres. Llenemos nuestro suelo de flores de cempasúchil, impregnemos el aire de incienso, coloquemos en nuestras mesas hojaldras y veladoras, visitemos el campo santo con música de mariachi, celebremos a la huesuda. No dejemos morir a nuestros muertos.

Omar Villaseñor Zayas
@omarVzayas
@LaVoluta

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