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Written by redaccion2. Posted in Columnas, Minuto a Minuto

Published on noviembre 13, 2013 with No Comments

Omar Villaseñor¡Los marcianos llegaron ya! 
Santo, contra la invasión de los marcianos

A medida que la ciencia del hombre avanza surge una tremenda incógnita. ¿Será nuestro planeta el único habitado por seres racionales como nosotros? De ser así, ¿llegaremos a conquistar esos mundos? o por el contrario, ¿sus habitantes vendrán a someternos a su dominio?

En el Siglo XX la raza humana ha puesto en peligro, no solo su existencia sino, la supervivencia de toda especie en el planeta y en el sistema solar. Una raza superior, proveniente de un planeta desconocido, ha llegado a la Tierra con la intención de salvaguardar uno de los pocos planetas habitables en la faz del universo, a costa del exterminio del hombre.

No estoy hablando de The Day the Earth Stood Still –sea la versión de Derrickson del 2008 o el clásico de Robert Wise de 1951. Estoy hablando de Santo, el enmasacardo de plata contra la invasión de los marcianos (Alfredo B. Crevenna, 1966). Mientras las primeras se desarrollan en Nueva York, la segunda tiene como escenario la Ciudad de México.

Así como el cine mexicano no se reduce a un solo género, los extraterrestres en nuestro país no se resumen a Jaime Maussan y sus investigaciones pseudocientíficas. El celuloide en nuestro país también ha abordado a los seres de otros mundos en entregas como Los Platillos Voladores (Soler, 1955) e Invasión Siniestra (Ibáñez, 1971); incluso en otro par de películas filmadas por Crevenna: Gigantes Planetarios (1965) y El Planeta de las Mujeres Invasoras (1967); también recientemente en las cintas Seres: Genesis (Huerta, 2010) y Zona invadida (Gutiérrez Pimentel, 2013).

¿De qué va la película? Habitantes del planeta Marte, quienes no llegan bailando cha-cha-cha, deciden desarrollar un proyecto de amenaza de fumigación humana comenzando por el país azteca, al considerarlo una nación pacifista, que pudiera hacer caso de su advertencia. ¿La petición de los marcianos? El desarme total del planeta entero, la eliminación de las fronteras, la conformación de un idioma universal, de una sociedad sin diferencia de razas ni credos y el fomento a la fraternidad humana (¿suena a Lennon en pleno movimiento hippie?).

¿Cómo, los vecinos interestelares, transmiten este mensaje? Pues lo hacen al puro estilo del general Zod en Man of Steel (Snyder, 2013), utilizando la señal televisiva mexicana. Sin embargo los ánimos se encienden al ser tomados como mero chascarrillo, derivando en la aplicación de su poder contra los indefensos humanos. Lo que estos seres espaciales no vislumbraban, era lidiar con la astucia del enmascarado de plata, ¡El Santo!

Santo es un ser mitológico, casi una deidad, una leyenda de los encordados, símbolo, héroe, mejor dicho un superhéroe; el personaje es un ícono que representa los valores universales y que además posee una fuerza extraordinaria: es todo aquello que los pobres marcianos deben vencer. ¿Sus armas? los topes suicidas, las pinzas, la de a caballo y toda una coreografía de golpes y movimientos.

Pero ¿cómo llevar a la pantalla a seres extraterrestres? ¿Cómo representar un imaginario? En aquellos años no se contaba con tantos videos “caseros” de seres alienígenos para darnos una idea de cómo representarlos visualmente. ¿La vía fácil?, tal vez. El filme de Crevenna muestra seres a imagen y semejanza del hombre, con la diferencia de concebirlos con cuerpos atléticos y un tercer ojo, que denotan una supuesta superioridad sobre la raza humana, ahorrándose la concepción de entes amorfos, extraños, surreales, que pudieran implicar un reto extremo para los avances técnicos de la época, y a la vez resultasen risibles de llevarse a cabo. Por otra parte, la creación de seres antropomorfos facilita el enfrentamiento contra el enmascarado de plata, quien como némesis en esta ocasión tiene al villano-luchador predilecto de la época, Wolf Ruvinskis, siempre acompañado de un sequito de mujeres de figuras bien torneadas.

MarcianosPero dejando de lado a este emblemático luchador, a los vestuarios de tienda de disfraces, los platillos voladores hechos de cartón, el laboratorio “mi alegría” del profesor Ordorica, el estereotipo de la familia moderna mexicana (curiosamente más apegada al American way of life), y los incansables encuentros de lucha libre, la película contiene un mensaje bastante interesante: la incógnita de la existencia de vida extraterrestre y la reflexión sobre el desgaste del planeta en nuestras manos.

Hablando sobre este último punto. ¿Verdaderamente nos encontramos al filo del abismo? Lo que queda claro es que la destrucción del hombre por el hombre continúa en diversas partes de la faz del planeta, a partir de la ambición y el egoísmo; lo que ha llevado incluso a pasar, del uso de la energía nuclear y la bomba atómica, al uso de armas químicas.

Pero no sólo eso está trastornando el ecosistema. Como especie estamos acabando con un mundo que no nos pertenece, un mundo donde somos inquilinos temporales. Nuestra existencia es incomparable con la vida del planeta. El hombre moderno y su vertiginoso crecimiento están desgastando al mismo ritmo la Tierra. ¿Ejemplos? Muchos: la contaminación, la extinción de las especies, el calentamiento global.

El astrónomo Carl Sagan, precisamente un promotor de la búsqueda de inteligencia extraterrestre, es quien nos comparte una reflexión sobre la desvalorización que le damos a la Tierra, invitando a observarla desde una perspectiva cosmológica, en su obra Pale Blue Dot. A vision of the human future in space (1994).

¿Merecemos conocer el universo, cuando no somos capaces de valorar nuestro mundo? Sagan señala que debemos tener presentes que somos tan sólo parte de una inmensa arena cósmica, una macropartícula de un pixel del vasto universo, que sin embargo contiene todo aquello que amamos y por ello debemos sentirnos privilegiados. Por ello debemos cuidar de nuestro hogar, de este pequeño punto azul pálido.

Lo cierto, es que hasta el momento no existe la posibilidad de que una vida inteligente venga a rescatarnos u hostilizarnos, ni con la fortuna de huir a otro hábitat. Así que tenemos que valorar nuestro entorno, del suelo que pisamos, del aire que respiramos y hasta de los vecinos con quien compartimos nuestro hogar.

Retomado de: www.filmemagazine.mx
Omar Villaseñor Zayas
@omarVzayas
@LaVoluta

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