Notimex. Chiapas. Fiel a la conseja popular “de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”, Emilio Gómez Trujillo no sólo tiene la habilidad de esculpir sus títeres, sino que también escribe el guión de sus presentaciones. También compone la música que los anima, fabrica la escenografía y da voz a 38 muñecos con los que crea conciencia sobre distintos temas y narra cuentos y leyendas de origen maya.
Rodeado de cuadros pictóricos, fotografías y muñecos, Gómez Trujillo describe su vivencia en ese “mágico oficio” con el que logra comunicarse con niños, jóvenes y adultos tzotziles, tzeltales, mestizos chiapanecos y extranjeros. Lleva sus obras teatrales con la idea de fomentar valores como el respeto a la diversidad étnica, la conservación del agua y una cultura tendiente a conservar las raíces mayas del pueblo con el que se creó.
“Yo me crié con mi padre en las comunidades indígenas porque él era maestro rural. Aquella figura docente que ya desapareció, cuando el maestro vivía en la misma comunidad participando de los problemas y vivencias de cada grupo”, recuerda. “Regresé a San Cristóbal cuando tenía nueve años y lógicamente que al llegar a la ciudad para mí fue como estar en otro mundo”, relata para explicar el por qué tiene tanto apego a las culturas indígenas. Indica que desde esa edad ya pintaba sus primeros paisajes que eran como plasmar en una hoja blanca los bejucos, las flores, las caras y árboles que todos los días veía crecer a su alrededor en comunidades como Nuevo Momón, Guadalupe Tepeyac y La Realidad.
De todas esas comunidades, en plena Selva Lacandona, donde su padre, Oscar Gómez Ozuna, trabajó como maestro rural, pues siendo oriundo del municipio tzotzil de Huixtán dominaba a la perfección el idioma para hacerse entender con los indígenas. “Quise seguir el oficio de mi padre y estudié la carrera de profesor y fue así como llegué a la escuela Pequeño Sol, en la que me dieron la oportunidad de ser maestro de actividades culturales”, refiere. “De allí me mandaron a la escuela de artes de Jalapa a tomar un curso de creación y manejo de títeres”, expone.
Y esta experiencia marcó su vida como titiritero, pues lo califica de “un oficio maravilloso, de magia y fantasía, tan inexplicable que se vuelve uno invisible estando presente”. Esa posibilidad se genera con el encanto del títere que hace desparecer a su dueño, “la gente se mete tanto con el personaje que ya no te ven, puedes estar frente al público pero ya no te ve, está embebido a tal grado con el muñeco que ya no te ven”, afirma.
Para él, el títere no solamente es para hacer reír al público, porque esa magia de captar la atención completa del público la aprovecha para crear conciencia sobre algunos valores. Ahora, abunda, “estoy preparando una serie de 40 presentaciones con la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento de Chiapas para fomentar el respeto y la conservación del agua”. Su proyecto no sólo contempla su participación, sino que ya ha trabajado varios talleres capacitando al personal de las comisiones Nacional y Estatal del Agua para que también creen sus muñecos y trabajen con la misma técnica para el mismo fin.
Les enseño a crear el muñeco, desde esculpirlo en hule espuma, pintarlo, vestirlo y, desde luego, animarlo, pues no es sólo mover el títere, es darle vida para que convenza al público, detalla Emilio a la vez que agrega que estos talleres también le brindan la posibilidad de conocer a mucha gente “y eso es muy rico”, afirma. Para Gómez Trujillo, es un orgullo que sus títeres le hayan dado la oportunidad de conocer prácticamente todo el estado, “pero no sólo eso, he viajado a varias partes del país y me he presentado en Perú y prácticamente en la mayor parte de Guatemala”. Para realizar su trabajo tiene tres equipos, uno para cada idioma original con los que trabaja, tzotzil y tzeltal, y otro de experimentados jazzistas que lo acompañan para animar las presentaciones. Su paso por las escuelas también le dio la posibilidad de leer mucha literatura infantil y ha creado una modalidad de mapas didácticos para explicar el ciclo del agua, el de la vida de los animales, de las plantas y del hombre. “Tengo tres libros escritos para niños traducidos al tzotzil y al tzeltal con el patrocinio del ayuntamiento de Barcelona, España”, refiere.
“Ahora preparo otro libro de relatos y leyendas mayas que se llama ‘Ikal ajauc -gran hombre negro en tzoztil- que contiene cuentos mayas que aprendí cuando acompañaba a mi padre y cuando trabajé como maestro también”. Además, ha pintado murales en edificios públicos y universidades y “ahora me contrató la Universidad Intercultural de Chiapas para pintar un mural en su auditorio principal y tendrá motivos de la cosmovisión mata de la vida y la naturaleza”. “Esa es mi entrada principal de recursos que me permiten luego dedicarme a crear mis muñecos, porque los títeres son los que me apasionan, casi podría decir que vivo por ellos, con ellos y para ellos”, refiere.
Otro de sus proyectos es uno que realiza bajo el patrocinio de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, el cual tiene como tema principal el respeto a la mujer indígena. El proyecto se llama “Por una vida digna de la mujer indígena” y contempla su presentación con títeres en los municipios chiapanecos en los que persisten usos y costumbres que no respetan los derechos de la mujer.
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