Notimex.- Se concibió como un monólogo, pero a fin de dar una dinámica diferente y activa, que mantenga durante 70 minutos el interés del público, José María Yazpik, Osvaldo Benavides y Adrián Vázquez se convirtieron en “Un hombre ajeno”.
Es de madrugada en Nueva York y “Tomás”, un hombre de 40 años y en soledad, no concilia el sueño. Entonces, decide hurgar en su pasado para hallar en las redes sociales a la niña de quien estuvo enamorado los seis años que duró la primaria.
Le escribe un mensaje electrónico en espera de que se trate de la misma “Belén”. Al obtener una respuesta positiva y tras cinco años de ausencia, viaja de regreso a México sólo para encontrarse con ella.
Sin embargo, en el traslado se topará con su familia y con más recuerdos. Tendrá la inquietud de “estabilizarse” con “Belén” y convertirse en el padre de sus tres hijos, pero en el intento, quizá no logre reconciliarse con él mismo y tal vez prefiera sentirse un hombre ajeno a todos y a todo.
Para lograr la representación a veces ácida, en otros momentos amarga y cínica, los actores que interpretan a “Tomás” y a su vez a otros personajes de breve participación, se apoyan de manera escenográfica de una pared y una silla.
Los papeles y los diálogos se distinguen por sus movimientos corporales, el cambio de voces y transiciones musicales.
“El reto consiste en asumir al alma del personaje principal y la caracterología de los otros que intervienen. Intentamos que nos llegaran las sutilezas de todos los personajes y no la información burda o el cascarón, sino la sustancia”, comentó Adrián Vázquez.
Opinó que el texto escrito y dirigido por Alejandro Ricaño es directo y potente, de ahí que se identifica con “Tomás” en varias situaciones, sobre todo en la imposibilidad de relacionarse con las demás personas.
“Sí he sentido que no encajo al revisar momentos de gente cercana, y no es que no te afecte, simplemente, te sientes ajeno”, indicó Vázquez, quien ha participado en obras como “Más pequeños que el Guggenheim” y “Timboctou”, por citar algunas.
José María Yazpik, cuyo rostro ocupa la portada del programa de mano, comentó al finalizar la función de prensa que normalmente los actores le inyectan sus vivencias a sus papeles.
“Este personaje se parece a mí porque vive una crisis y yo las he vivido, todos pasamos por eso. Es una oportunidad de sacar los sentimientos atorados ensayo con ensayo y función tras función, lo cual es maravilloso porque en lugar de pagarle a un psicólogo vengo a dar función, es algo terapéutico”, platicó entre risas.
Al igual que “Tomás”, el actor asegura disfrutar mucho de la soledad.
“Tampoco es que me encierre en mi casa y no tenga contacto con nadie, pero necesito estar solo continuamente. Mi casa es mi templo, me encierro y soy feliz; necesito silencio, espacio y hacer lo que se me antoje cuando se me antoje”, destacó.
Para Osvaldo Benavides fue un reto interesante llevar a cabo “Un hombre ajeno”, sobre todo porque, dice, los tres actores son muy distintos entre sí.
“No intentamos actuar físicamente la misma cosa, sino agarrar la esencia de los personajes y lograr que la gente entienda que hacemos el mismo papel, ya sea ‘Tomás’, la mamá o la ex novia, pero sin igualarlos ni imitarlos, por fortuna, la gente lo entiende”, sostuvo.
“Un hombre ajeno”, de Alejandro Ricaño, ofrece funciones en la Sala Chopin, bajo la producción de Claudio Sodi, Abe Rosenberg y Joe Hemsani.
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