Notimex.- Hasta la fecha, ascienden a 18 las osamentas de más de mil 500 años de antigüedad halladas en Villa de Álvarez, donde inicialmente fueron encontrados 13 entierros, además de cerámica, lo que confirma que se trata de un panteón prehispánico.
El delegado estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Roberto Huerta Sanmiguel, aclaró que el hallazgo no es una casualidad, pues “por antecedentes previos y algunas evidencias sabíamos que era muy factible encontrar vestigios, por lo que se comenzaron a hacer sondeos”.
En entrevista, explicó que el INAH investiga las zonas o áreas que pronto serán urbanizadas, pues “hay tanto vestigio en Colima, que es necesario adelantarnos para, en caso de encontrar algo, realizar el salvamento y evitar que los vestigios se puedan perder con la urbanización”.
Mencionó que una vez que los constructores solicitan al INAH la revisión del lugar que pretenden fraccionar, se envía a un arqueólogo que hace un recorrido de campo, y en caso de encontrar evidencias que hiciesen sospechar que hay material o vestigios en el lugar, se inicia una revisión más exhaustiva.
“En este caso, sabíamos que era muy factible encontrar vestigios, por lo que se comenzaron a hacer sondeos y en uno de ellos salieron primero 8 piezas completas de adultos, cerámicas completas, y vasijas fragmentadas, de las que no se sabe cuántas son hasta que se arme el rompecabezas”, indicó.
Sin embargo, y aun cuando fue requerido en varias ocasiones, dijo preferir no especificar o dar a conocer el lugar preciso del hallazgo, a fin de evitar posibles daños al patrimonio arqueológico de la entidad.
Fue al momento de la entrevista, cuando el delegado del INAH recibió una llamada telefónica en la que le confirmaban más hallazgos, con los que se llegaba a un total de 18 entierros.
“Me están informando que van 18 entierros localizados, la mayoría de niños con edades de 1 a 12 años, junto a ellos hay restos óseos de perros, cerámica o tepalcates con el tema de ollas, copas y cajetes, y también se encontró actividad humana, como fogones y hornos, por lo que se presume que era una comunidad”, confirmó.
Indicó que de acuerdo a los primeros análisis de la antropóloga física, “que es una especie de forense, porque determina la edad, de qué murió, complexión, sexo, etcétera”, las osamentas tienen alrededor de mil 500 años de antigüedad, por lo que corresponden a la fase Armería, es decir, 500 años d.C.
Mientras que las ollas, copas y cajetes, podrían corresponder a la fase Ortices (600 a.C. a 0-100 d.C.), “por lo que los entierros son evidencia de la reocupación del valle durante las fases Armería y Colima, con las que se denomina el desarrollo cultural del Occidente del país”.
A pregunta expresa, Huerta Sanmiguel señaló que se explora una superficie cercana a las 10 hectáreas, con 160 pozos de sondeo, de los que 13 se fueron a una excavación mayor, debido a las primeras evidencias.
En cuanto a las acciones a seguir, dijo que una vez salvados, los restos óseos son analizados a profundidad por la antropóloga física, mientras que la cerámica fragmentada es restaurada hasta donde se puede, a fin de determinar con exactitud la época a la que pertenece.
“Con eso empieza un proceso que incluye el registro de todo lo encontrado, un levantamiento, y eso permite hacer un informe al Consejo de Arqueología, donde el arqueólogo informa la metodología que siguió, qué encontró, en qué fase arqueológica, entre otros datos”, manifestó.
Indicó que, además, y una vez analizados, a todos los materiales se les hace una ficha técnica o informativa, con fotografías y mediciones, para ser ingresadas al Registro Público del INAH, “pieza por pieza, para enseguida guardarse en las bodegas o almacenes, y que luego sirven para abrir museos”.
Roberto Huerta dijo que el lugar donde fueron encontrados los vestigios “es una zona muy grande en proceso de urbanización, donde no es la primera vez que aparecen vestigios, y por eso sabemos que ahí hay mucho potencial, muchas posibilidades de más vestigios arqueológicos”.
Aclaró también que están por concluir las excavaciones, mismas que están a cargo de un arqueólogo y una antropóloga, auxiliados por una cuadrilla de 8 a 10 personas.
“Seguramente habrá más hallazgos, en esa o en otras zonas del estado, pues Colima es muy prolífico en ese aspecto, aquí hay mucho material arqueológico”, finalizó.
Entrevistado en el lugar del hallazgo, el arqueólogo Marco Zavaleta, encargado del denominado Salvamento Arqueológico Mina de Peña, confirmó, por su parte, que se trata de un panteón prehispánico, con evidencias de que el predio fue posteriormente utilizado como unidad habitacional.
“El hallazgo es un área de enterramientos, porque en toda esta zona hemos encontrado entierros prehispánicos, que van desde la fase Ortices, datada de 600 años Antes de Cristo, y termina la ocupación hacia el 900 después de Cristo, lo que es la fase Armería, por lo que tenemos un gran periodo de ocupación de este sitio”, explicó.
Durante la entrevista, otros dos especialistas utilizando espátulas, brochas, pinceles y otros utensilios se dedicaban a descubrir una de las osamentas.
“Inicialmente hemos encontrado evidencia de una pequeña unidad habitacional, con pequeños alineamientos de piedra formando un cuadro, acompañados de bajareque, un barro con el cual eran recubiertas pequeñas palizadas, para darle acabado a lo que venían siendo las paredes de la casa”, indicó.
Agregó que al continuar las excavaciones, “nos dimos cuenta que se trataba de una unidad funeraria, ya que se encontraron los primeros marcadores de piedra, lo que indica la presencia de entierros, y conforme fue avanzando, confirmamos la presencia de entierros prehispánicos en esta zona”.
Zavaleta mencionó que en total se ha realizado el salvamento de 18 entierros, entre adultos y niños, de los que tres infantes eran al parecer menores de 1 año de edad, otros de 12 a 13, mientras que los adultos oscilan entre los 35 y 40 años de edad.
A pregunta expresa, admitió que en algunos casos encontraron ofrendas, como vasijas, cajetes y ollas, mientras que en otros se han encontrado restos de óseos caninos.
“Recordemos que antiguamente sepultaban a las personas fallecidas junto con perros, porque tenían la creencia de que el perro ayudaba al alma de la persona en su tránsito hacia el mundo de los muertos”, detalló.
“La teoría que tenemos es que se trata de un área funeraria, un panteón prehispánico, que por las evidencias que tenemos tal vez fue utilizado posteriormente como unidad habitacional, todo eso en un periodo muy largo, que incluye las fases Ortices, Comala, Colima y Armería”, puntualizó.
Dijo que para ello, se tienen evidencias de las cuatro fases, que en conjunto comprenden un periodo de mil 400 a mil 500 años, por lo que los vestigios y osamentas encontradas, tienen una antigüedad que va de los mil 500 hasta los 2 mil 500 años.
Requerido al respecto, destacó que el panteón prehispánico se encuentra a una distancia aproximada de 3 y 6 kilómetros en línea recta, de las zonas arqueológicas de La Campana y El Chanal, respectivamente, por lo que podría existir alguna relación entre los tres lugares.
Para concluir, Marco Zavaleta precisó que tienen más evidencias de que hay al menos cuatro entierros más, ya que se observan las sistas funerarias, que son lajas alargadas que cubren los restos, por lo que los trabajos de salvamento continúan y prevén terminar esta misma semana.
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