Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California San Diego han detectado actividad neuronal anómala en las partes del cerebro que se activan con las funciones de anticipación en consumidores ocasionales jóvenes –de 18 a 24 años– de drogas estimulantes como cocaína o anfetaminas.
Mediante resonancia magnética funcional por imágenes (fMRi), los científicos hallaron diferencias cerebrales que podrían deberse a una mayor rigidez en las conexiones neuronales y que posiblemente les hagan más propensos a ser adictos en el futuro.
Una de las posibles aplicaciones del estudio, publicado en Journal of Neuroscience, sería la de usar los patrones de actividad cerebral para identificar el riesgo del consumo entre los jóvenes mucho antes de que aparezcan signos de conductas adictivas.
“Si me enseñan una muestra de 100 universitarios y me señalan quiénes han tomado estimulantes doce o quince veces, podría asegurar que sus cerebros presentarán diferencias respecto a los de quienes no los han probado. El estudio no nos dice ‘así es tu cerebro con drogas’, sino ‘así es el cerebro que construyen las drogas”, afirma Martin Paulus, profesor de Psiquiatría y uno de los coautores del trabajo junto a Angela Yu, profesora de Ciencias Cognitivas en la UC San Diego.
En el experimento, se probó la capacidad de reacción de los jóvenes participantes a la hora de presionar bien el botón izquierdo o el derecho en función de que apareciera en una pantalla una X o una O, o de no presionarlo si sonaba un pitido. Se midieron los tiempos de reacción, y sus aciertos y errores tras 288 intentos, mientras la actividad cerebral era escaneada mediante fMRI.
Los consumidores ocasionales mostraron tiempos de reacción ligeramente más rápidos, lo que sugiere una tendencia a la impulsividad. Sin embargo, la diferencia más notable entre unos y otros se producía en las tandas de stop (cuando sonaba el pitido y no tenían que hacer nada).
En estas ocasiones, los consumidores de drogas cometían más fallos y su actuación empeoraba a medida que se complicaba la prueba, por ejemplo cuando se retrasaba el pitido. Correlativamente, las imágenes cerebrales de estos voluntarios del experimento dejaban ver una disminución de la actividad neuronal en las zonas del cerebro relacionadas con las funciones de anticipación.
“Pensábamos que los drogadictos tenían problemas de fuerza de voluntad, pero el estudio señala que la raíz de la drogadicción puede proceder de una disfunción a la hora de anticipar situaciones y detectar cuándo se debe parar”, dice Katia Harlé, principal autora de la investigación.
El próximo paso será examinar hasta qué punto esos patrones de actividad cerebral son permanentes o si es posible recalibrarlos mediante el ejercitamiento de las áreas más débiles, allí donde la ralentización de la actividad neuronal está asociada con una mayor tendencia a la adicción. Por el momento no hay tratamientos eficaces para la adicción a los estimulantes, así que la prevención es la mejor opción, según Martin Paulus.
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