Notimex. Desde las diez de la mañana, ayer iniciaron las actividades del evento que anualmente se realiza en la UNAM para conmemorar el Día Internacional del Libro, del Derecho de Autor, así como los aniversarios luctuosos de Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare, mediante la tradición catalana de regalar rosas rojas.
Desde entonces, comenzaron a escribirse los juegos de palabras que compondrían textos en una secuencia —“cadáver exquisito” — sobre tres rollos de papel de tres metros cada uno, que hacían alusión a la obra de Octavio Paz, José Emilio Pacheco, José Revueltas y Julio Cortázar.
Poco antes de esta apertura, la directora de Difusión Cultural UNAM, María Teresa Uriarte, inauguró el Coloquio de Estudios del Libro y la Edición en México (Siglo XX) que permaneció de 10:00 a 14:00 horas en la Sala Carlos Chávez.
“Este coloquio será una referencia de la colaboración que debemos buscar entre quienes producimos libros y quienes tienen como profesión editarlo”. Además, celebró que “la imaginación ha sido la gran inventora de la humanidad y si no fuera por El Quijote o las obras inigualables de William Shakespeare no tendríamos hoy el pretexto para estar hablando del libro”.
Y conforme avanzaron las horas, los asistentes fueron incrementándose a la Fiesta del Libro y la Rosa 2014, muchos procedentes de las facultades de Ciudad Universitaria; algunos en búsqueda de títulos específicos, otros sólo mirando.
Entre los asistentes hubo quienes estuvieron conformes con el ambiente, las ofertas editoriales y los precios, pero también quienes consideraron que no era muy bueno el evento.
Mariana Cortés, estudiante de Filosofía, se dijo insatisfecha porque no había muchos libros sobre “guerras a lo largo de la historia”, pues mencionó que le interesaban los temas de la Segunda Guerra Mundial y que tras dar un par de vueltas no encontraba nada.
Otros como Emmanuel Moreno, estudiante de Derecho en la UNAM, explicó que tiene la costumbre de checar precios en múltiples librerías, y que tras dar una vuelta por los stands, pudo comparar que algunos libros se exceden y están más caros que en otros lados, aunque no por eso dejó de comprar Caín, de José Saramago.
Sin embargo, Jeanine Mondragón, quien prepara su doctorado, acudió a la fiesta y se dijo satisfecha con la oferta que había en los stands, al señalar que ahí pudo encontrar libros que son difíciles de hallar en otras partes, como títulos relacionados con investigación sobre identidades sociales.
GARCÍA MáRQUEZ. A manera de homenaje, la coordinadora de Difusión Cultural también leyó un fragmento de Cien años de soledad, antes de inaugurar dicho Coloquio en el Centro Cultural Universitario.
De igual forma se recordó a Emmanuel Carballo, al leer algunos fragmentos de los comentarios que el escritor redactó a lo largo de su carrera, sobre el autor de El coronel no tiene quien le escriba.
En la entrada de la Sala Nezahualcóyotl, pasado el medio día, se dispuso un libro de visitas donde se invitaba a los asistentes a escribir un comentario, opiniones o anécdotas en torno a García Márquez. Asimismo, se colocó una fotografía de gran formato, en blanco y negro, y de cuerpo entero, del creador de Macondo, frente a la cual se colocaron rosas que en lugar de rojas —como la tradición de la fiesta manda— fueron amarillas, como al escritor le gustaban.
Y alrededor de las 15:00 horas comenzaron las lecturas de los textos del colombiano La siesta del martes, Los signos oscuros, Alguien desordena estas rocas, Blacamán, el bueno, Vendedor de milagros y La tarde prodigiosa de Baltasar.
Estos textos fueron leídos por Margarita Castillo y Guillermo Henry, quienes prestan sus voces para los libros publicados en Descarga Cultura de la UNAM.
En la misma sala se distribuyeron materiales con los primeros párrafos del libro Cien años de soledad, y mediante unidades de audio en la explanada del CCU los lectores pudieron escuchar algunos pasajes de la misma novela.
Por su parte, en la Casa del Lago, sede alterna de la fiesta, que comenzó ayer y que este año se extiende a los días 26 y 27 en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, el Museo Universitario del Chopo y el Centro Cultural Tlatelolco, también se rindió homenaje al escritor al leer algunas de sus frases y fragmentos de sus obras.
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