Notimex. La siembra de afecto y simpatía que durante sus años de vida vertió el periodista y escritor tijuanense Federico Campbell, la cosechó con creces, así quedó de manifiesto en los homenajes que recibió en su tierra natal.
Familiares, amigos y autoridades locales no pudieron escapar de este sentimiento de gratitud a uno de los hijos de esta tierra, que supo preservar su herencia y le redituaron sendos homenajes por el Centro Cultural Tijuana y el Centro Estatal de las Artes.
En la sala “Carlos Monsiváis” del Centro Cultural Tijuana (Cecut), se vivió un homenaje emotivo y sensible, lleno de evocaciones a la personalidad del escritor tijuanense, por tres de sus más allegados colegas, coterráneos y su viuda Carmen Gaitán.
“Con esta ceremonia hemos querido honrar la memoria en torno al querido amigo y escritor tijuanense Federico Campbell”, dijo el director del Cecut Pedro Ochoa, al dar la bienvenida a quienes se sumaron a rememoración del periodista y escritor tijuanense.
Jaime Cháidez, periodista y editor cultural resaltó que Campbell cultivaba la amistad, “obrero que sabía mantener las estructuras del aprecio…el cordón umbilical que tuvo con su ciudad nunca fue cortado, él siempre estaba de regreso literaria y literalmente”.
Recordó que Campbell gustaba de caminar por las banquetas de Tijuana, ver los aparadores, descubrir los edificios conocidos en su niñez.
También se daba tiempo para charlar con los telegrafistas amigos de su padre “y tomar café actualizándose sobre el surgimiento de nuevos escritores, estrenos cinematográficos y los peloteros mexicanos en las ligas mayores de béisbol”.
Esa relación del autor de Clave Morse con su natal Tijuana la abordó también Leobardo Sarabia, promotor cultural recordó que en 1986 Federico Campbell estaba encargado de dirigir el documental Tijuana entre dos mundos.
“Con ánimo generoso y afable él conducía esa visión, casi cinematográfica, de lo que era la ciudad, era una producción de El COLEF, con un mensaje muy bien organizado con entrevistas inolvidables como el propio maestro Rubén Vizcaíno”, dijo.
Leobardo Sarabia señaló que con la muerte de Campbell, algunos sectores se han dado cuenta, de manera radical, del gran autor que se fue y al que hay que leer y publicar, interpretar de manera más creativa.
Aseveró que Federico Campbell “tiene que estar en las Antologías del Ensayo Mexicano, su forma de hacer ensayo está vinculada con Michel de Montaigne, con Francis Bacon, hizo una aportación lúcida fresca y perdurable a la cultura mexicana”.
José Luis Martínez, escritor y director del suplemento cultural Laberinto del periódico Milenio Diario, dijo que “Campbell destaca por muchas cosas”.
Anotó que es un autor al que se seguirá leyendo por mucho tiempo, y recordó que su última aparición pública tuvo lugar en el Centro Cultural Tijuana, en esta misma sala “Carlos Monsiváis”.
Con aplomo ante la pérdida reciente, Carmen Gaitán, quien es directora del Museo de San Carlos, en la Ciudad de México, dijo que a ella le toca hablar de las obsesiones de Federico.
“Una de ellas fue siempre su familia, siempre se acordó de Tijuana, no había día en que no se acordará de su padre telegrafista, toda la vida recordaba a sus hermanas y sus sobrinos, de su hijo”, dijo.
De los 28 años que convivió con él, dijo que hablaba del olor a piloncillo y a café en los mercados, “quería que en casa hubiera machaca y tortillas de harina, para recordar aquello que puede dar la felicidad intensa durante la niñez al amparo de la madre querida”.
Recordó que otra de las obsesiones de Campbell fue la verticalidad en su actitud y pensamiento políticos, “en su batalla por un México justo, siempre buscó la forma de decirles a los poderosos que había todo un país que estaba siendo tratado injustamente”.
Rememoró que cuando ganó dinero, invirtió los primeros centavos que le sobraban en la editorial Máquina de Escribir, donde estaba el talento de los jóvenes escritores mexicanos como Juan Villoro, Esther Seligson, a Carmen Boullosa, a Eduardo Hurtado.
“Villoro en su entrada al Colegio Nacional, el máximo galardón que puede recibir un mexicano, sacó de la bolsa un libro y me dijo éste es el primer libro que alguien me publicó, el primero que creyó en mí fue Federico Campbell”, anotó.
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