Notimex.- Claramente emocionada, la directora de orquesta mexicana Alondra de la Parra dejó ver sus más íntimos sentimientos. “Me han decepcionado mucho. Me han roto el corazón varias veces, y no sólo una persona, sino grupos, porque tiendo a creer mucho en la bondad de la gente, y al final, termino dándome topes en la pared”.
Sin embargo, no puede evitar ser así, ni que las otras personas sean de ese modo. Lo único que puede hacer, dijo, “es aprender de las experiencias, tratar de ir paso a paso cada vez mejor. Y siempre, con el mayor respeto hacia la gente que quiere ir conmigo, trabajar y ver hacia adelante, porque la gente mala siempre va a existir”, afirmó sin referirse de alguna situación particular de su vida.
Entrevistada por Notimex minutos antes de ofrecer la víspera un concierto extraordinario al frente de la Orquestra Infantil y Juvenil Renacimiento (OIJR) y el Coro que lleva el mismo nombre, nativos ambos de la ciudad y puerto de Acapulco en esta entidad del Pacífico mexicano, De la Parra se dijo segura de que la música, “puede transformar la realidad social de México”.
La directora, quien divide su tiempo, talento y planes entre su labor al frente de las orquestas más destacadas del mundo de hoy y la pedagogía en diversas naciones alrededor del planeta, subrayó que “si un proyecto está debidamente planeado y articulado, tiene una línea pedagógica bien diseñada y una línea artística clara, tiene el éxito garantizado para bien de la sociedad”.
En ese contexto, la entrevistada puso en relieve que un proyecto como el de la Orquesta Infantil y Juvenil Renacimiento (OIJR), con su respectivo coro debe ser de todos. “El gobierno debe impulsarlo, los padres y la comunidad general cuidarlo, y los niños y jóvenes aprovecharlo al máximo para que en el futuro el tejido social se restablezca para el bien de todos”.
Recordó que al ser invitada a dirigir el concierto extraordinario de anoche en esta ciudad, supo que como resultado de la colaboración entre el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el gobierno del estado de Guerrero, el 30 de julio de 2012 se creó la primera agrupación musical comunitaria del Sistema Estatal de Orquestas Renacimiento.
“La Orquesta y Coro Infantil y Juvenil Renacimiento, con sede en ciudad Renacimiento del puerto de Acapulco está integrada en ese momento por 320 niños y fue apadrinada el 29 de diciembre de ese mismo año por el tenor Plácido Domingo en Playa Tamarindos del mismo puerto”, ilustró De la Parra, quien ya ama a todos esos niños y niñas de los ocho a 18 años.
En un rinconcito del auditorio estatal “Sentimientos de la Nación”, la directora observó a los casi tres mil asistentes, en su mayoría familiares de los nuevos artistas con que ya cuenta Acapulco, Guerrero, y el país. Ahí, dijo que el Sistema, al día de hoy, está integrado por mil 12 niños y jóvenes que a diario reciben clases de música diariamente durante cuatro horas.
“Es una ocupación en la que todas las tardes tiene algo positivo qué hacer al lado de hermanos, colegas, amigos y compañeros de escuela. Los niños y jóvenes aprenden el concepto de disciplina, a ser parte de un equipo, elevan su autoestima y se sienten pertenecientes a algo, además de que piensan, imaginan y subliman lo que los hace más generosos y mejores personas”.
Abundó al señalar que uno de las bondades más importantes de este programa es que se ejecuta diariamente. “Un niño que no practica y ensaya a diario no tiene todos esos beneficios humanos. Puede aprender música y llegar a ser un gran ejecutante, pero el objetivo central del programa es ofrecerles elementos que los conviertan en seres integralmente sanos y de provecho”.
Para ello, 51 maestros trabajan cotidianamente tan sólo por amor al arte. El Sistema Renacimiento es dirigido por Amílcar Montero y cuenta con nueve agrupaciones en el estado: Orquesta y Coro Infantil y Juvenil Renacimiento, Orquesta y Coro Bonfil, Orquesta Yohuala, Orquesta Ometepec, Coro Monumental Iguala, Coro Casitas, Coro Bilingüe Huixtepec, Orquesta Zihuatanejo, Ensamble en Movimiento Colosio, y pronto iniciará actividades la Orquesta Chilpancingo.
El momento esperado desde hace casi dos años, por fin llegó. Niños y niñas ataviados con uniformes amuzgos celebraron la entrada de Alondra de la Para al escenario. En la butaquería, el público aplaudió frenéticamente desde el principio. Ante las autoridades culturales de Guerrero, se aferró a su batuta, entabló contacto visual con los ejecutantes y elevó las manos.
Inició el programa con “Gloria in excelsis Deo” de Vivaldi, pieza que de inmediato dio paso a “Ave Verum” de Mozart. Siguió “Amarilli” de Caccini interpretada por la portentosa voz del joven Raúl Valle, cuyo nombre quedó grabado en la mente de los asistentes, “porque este chico va a llegar muy lejos, pues tiene un timbre poco común entre los cantantes”, se oyó por ahí.
“Caro mio ben”, de Giordani, contó con el talento adicional y las voces privilegiadas de Karla Aurora Fonseca y Aries Angélica Cárdenas”, niñas en edad escolar primaria que pasaron al frente del escenario y plantadas a la izquierda de la directora, cantaron de tal forma que el público, sobre todo las mamás, estuvieron al borde de las lágrimas más sublimes.
La monumental “Danza húngara No. 5”, de Brahms, retumbó en el auditorio y tras un breve escenario; el “Danzón No. 2”, de Márquez, el “Huapango” de Moncayo y, finalmente, “Alas” (“A Malala” de Arturo Márquez. Esa última pieza conmovió a todos, porque al mismo tiempo, en dos pantallas, se miró a Malala, mujer paquistaní que a los 14 años comenzó a luchar por el derecho de las niñas a la educación, el arte y la cultura.
Al final, uno a uno, los instrumentistas y coristas salieron del recinto de la mano de sus padres. En el ambiente quedó un perfume de orgullo esparcido por esos niños y jóvenes que sobre el escenario tocaron como adultos y se divirtieron como lo que son, infantes en formación con el mundo por delante.
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