* Para orgullo de México, el país fue el segundo hogar del premio nobel: EPN
* “Macondo” representa un mundo nuevo y antiguo donde son posibles las utopías de la paz, aseguró Santos
Notimex. Entre música clásica y vallenato, así como con mariposas de papel china, transcurrió el homenaje que se rindió esta tarde noche al escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014) en el Palacio de Bellas Artes, que se pintó de amarillo para despedir “al más mexicano de los colombianos”.
Autoridades de México y Colombia, familiares, amigos y admiradores se reunieron aquí ante las cenizas del autor de “Cien años de soledad”, para rendir un último tributo al hijo predilecto de Aracataca, quien falleció el jueves pasado en la capital mexicana, a los 87 años de edad.
Flores, mayoritariamente rosas amarillas -las favoritas del autor-, inundaron con su color y aroma el vestíbulo del máximo recinto cultural del país.
En el acto, el presidente Enrique Peña Nieto refirió que, con su obra, García Márquez llevó el Realismo mágico a su máxima expresión, y varias generaciones han soñado, se han deleitado y han encontrado respuestas a las preguntas de la vida en sus historias y relatos.
“Millones de personas de otros continentes y de diversas lenguas han conocido y amado a América Latina, gracias a su obra, y recibió en vida el amor y cariño sincero de millones de personas en todo el mundo”, expuso el mandatario, a la vez que destacó que para orgullo de México, el país fue el segundo hogar del premio nobel, pues “entre nosotros vivió por cinco décadas”.
Por otro lado, el mandatario colombiano Juan Manuel Santos manifestó: Siento el corazón adolorido por el fallecimiento del escritor, pero el alma agradecida por su aporte literario.
Gabriel García Márquez, agregó el político colombiano, “incorporó en sus obras la esencia de ser latinoamericano (…) ´Macondo´ representa un mundo nuevo y antiguo donde son posibles las utopías de la paz, que tantas veces buscamos juntos”.
En su oportunidad, el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, sostuvo que Gabo fue un continuador y renovador de la tarea literaria cervantina y, como lo dijo alguna vez Carlos Fuentes (1928-2012), “un notable descubridor, un bautizador del nuevo mundo en la tarea interminable de darle nombre a América”.
Refirió que así como León Tolstoi, Fiódor Dostoyevski, Nikolai Gogol y Antón Chéjov lograron en el siglo XIX colocar a la literatura rusa dentro de la universal, en el XX la de América Latina realizó esta conquista, gracias a una generación de autores encabezada por García Márquez.
La urna con las cenizas del autor salió del rumbo de Jardines del Pedregal, donde tiene su domicilio la familia García Márquez, al filo de las 15:15 horas, entre aplausos y un fuerte dispositivo de seguridad.
El cortejo fúnebre estuvo integrado, entre otras, por una camioneta gris en la que viajaba su viuda, Mercedes Barcha, e hijos del ganador del Premio Nobel de Literatura 1982, y una más color negra que transportaba amigos cercanos y familiares.
Su ingreso al Palacio de Mármol fue rápido e intentó ser discreto por una de las puertas laterales, pero la prensa se dio cuenta y arremolinó en espera de alguna declaración, atrayendo la atención de todos.
Minutos antes de las 16:00 horas, Barcha y sus hijos Gabriel y Rodrigo ingresaron al vestíbulo del Palacio de Mármol donde colocaron las cenizas de Gabo, para que figuras de la política, la cultura y el arte, así como miles de sus lectores y admiradores le dieran el último adiós.
Entre los primeros en llegar al Palacio de Bellas Artes destacan el escritor y promotor cultural Philippe Olle Laprune y la viuda del destacado escritor Carlos Fuentes (1928-2012), Silvia Lemus, así como el político mexicano Porfirio Muñoz Ledo, quien ingresó en silla de ruedas.
Una vez colocada la urna en el pedestal que la exhibió, se escucharon las notas de un cuarteto de cámara que interpretó música de autores clásicos como Johann Sebastian Bach (1685-1750) y Antonin Dvorak (1841-1904), mientras se realizaban las guardias de honor.
María Cristina García Cepeda, directora del INBA; Rafael Tovar y de Teresa, titular del Conaculta; Mercedes Barcha, y Gabriel y Rodrigo, hijos de Gabo, fueron los primeros en montar honores al Premio Nobel de Literatura 1982.
Enseguida vinieron los sobrinos y nietos del colombiano, quienes hicieron lo propio, rodeados de arreglos florales de instituciones como el Fondo de Cultura Económica (FCE), la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, el INBA y el Conaculta.
Otras personalidades que honraron al guionista y editor fueron: Ángeles Mastretta, Myriam Moscona, Homero Aridjis, Felipe Garrido, Adolfo Castañón, José María Espinasa y Silvia Lemos, viuda del escritor Carlos Fuentes (1928-2012).
El ambiente cambió de tono cuando la música de cámara fue remplazada por los sonidos del vallenato que tanto gustaban al creador de “Macondo”.
En otro orden, afuera del máximo recinto cultural del país, decenas de personas portaban letreros con leyendas que dejaban ver su admiración por el “Padre del Realismo mágico”, tales como “Deja 100 años y más”, “Gabo vive” y “Gabo amigo, Mexico está contigo”.
Lectores y admiradores recordaron al destacado autor con música. De hecho, un trompetista hizo entonar en más de una ocasión “Macondo”, pieza que fue coreada y modificada para que la gente gritara: “Viva Gabo”.
Mientras la larga fila avanzaba, en la explanada del Palacio de Bellas Artes fue colocada una pantalla grande y un pequeño escenario, el cual fue tomado por el trío Guatapuri, cuyos músicos lucieron sombreros tradicionales de Colombia e interpretaron la música que tanto le gustaba al autor, el vallenato.
En ese mismo escenario se invitó a los lectores a subir a dar voz a fragmentos de la novela “Cien años de soledad”.
Las lecturas, iniciadas tras la primera pieza del trío, se dieron entre cada canción. Los participantes, quienes formaron una fila, esta vez para dar voz al texto, parecían emocionados por evocar la obra cumbre del autor.
Tras las vallas, un grupo colombianas no dejó de bailar y aplaudir una canción sobre “Cien años de soledad”.
Además, un grupo de hombres cantaba “Macondo”, al tiempo de movían sus caderas. “Venimos a despedir a un autor único, quien nos ha hecho imaginar mundos únicos”, manifestó Gabriel González, quien espero por más de dos horas entrar a Bellas Artes para despedir a Gabo.
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