Notimex. De niño no tenía la convicción de convertirse en arquitecto, pero cuando lo hizo, la calidad de sus obras hablaron por sí solas, lo que le ha valido al proyectista ibérico Rafael Moneo, ser considerado uno de los exponentes más importantes de la arquitectura española contemporánea.
Nació en el poblado de Tunela de la comunidad de Navarra, España, el 9 de mayo de 1937. De niño fue influenciado por su hermana Teresa, quien estudió Filosofía y Letras, y por su padre Rafael, arquitecto, por lo que divagó entre dedicarse a una u otra disciplina.
La decisión la tomó en 1954, cuando dejó su pequeña comunidad para partir a Madrid donde cursó la carrera de Arquitectura en la Escuela Técnica Superior de la especialidad, misma que terminó en 1961.
Sus estudios los realizó con el arquitecto J. Sáenz de Oiza, pues quería convertirse en un arquitecto como él, con todo su entusiasmo impreso en sus trabajos, según da cuenta la biografía del arquitecto difundida en el sitio “www.pritzkerprize.com”.
Al término de su carrera, trabajó con Jorn Utzon en Hellebaek, Dinamarca, donde colaboró por un año, hasta que en 1963 recibió una beca por parte de la Academia de España en Roma y volvió a Madrid, dos años después, para comenzar con su carrera profesional.
Inició su trayectoria como docente de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, entre 1966 y 1970; luego se mudó a Barcelona, donde vivió casi 10 años, siendo maestro de “Elementos de composición”.
En 1968 realizó uno de los trabajos más importantes, conocido como el “Proyecto Urumea”, un edificio de departamentos en San Sebastián, y en 1974, hizo su primer trabajo en Madrid, uno de los más reconocidos, que fue el edificio de oficinas “Bankinter”.
En 1976, Moneo viajó con su esposa e hijas a Estados Unidos, por invitación del gobierno, para dar clases en la “Cooper Union School of Arhitecture”, lo que le sirvió para continuar con su labor docente en Princeton y Harvard.
Posteriormente, volvió a Madrid para otorgar la materia de “Composición” de la Escuela de Arquitectura de 1980 a 1985, según la información del arquitecto en el portal “www.cdan.es”.
En la década de los 80, Rafael regresó a su país, donde realizó el Museo de Arte Romano de Mérida (1980-1985), obra a la que siguió la nueva estación de Atocha, Madrid (1985-1988), el Auditorio y Centro Musical de Barcelona (1987-1999) y el Museo de Arte de Estocolmo (1991-1998), entre otras.
Su talento fue reconocido en 1996 con el Premio Pritzker de Arquitectura, galardón más importante para los constructores, tras haber conseguido premios como la Medalla de Oro de las Bellas Artes del Gobierno Español, en 1992, y el premio “Laura ad Honorem” de la Escuela de Arquitectura de Venecia en 1996, por mencionar algunos.
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