Notimex. “Reducir” es la palabra clave si de cuidar el medio ambiente desde la cadena productiva del libro se trata, aseguró el doctor José Sarukhán, coordinador de la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad, al participar en la jornada informativa “Libros verdes: Cómo reducir el impacto ambiental de la edición”.
En el ciclo de vida de producción editorial, la fase que tiene la mayor huella ecológica es la tala de los bosques, seguida de la producción de papel. “Según los estudios más recientes, reciclar la mitad del papel mundial evitaría la tala de 81 mil kilómetros cuadrados de bosques, es decir 8.1 millones en hectáreas de bosque se salvarías si se reciclara la mitad del papel”.
Informó que para elaborar tan sólo una tonelada de papel se requiere 27 mil litros de agua, emite 27 kilogramos de CO2 a la atmósfera y consume más de cuatro kilowatts de energía, “lo que significa que producir papel, para libros y otros usos, tiene un impacto enormemente negativo en el medio ambiente y en la salud de quienes habitamos el planeta Tierra”, dijo.
A la vista de estas cifras, añadió luego, se antoja que el recicle de papel es una estrategia adecuada para reducir el impacto de la industria editorial en el medio ambiente, lo cual básicamente es correcto, pero tiene sus bemoles.
“El papel no puede reciclarse indefinidamente porque llega el momento en que las fibras se dañan y hay que mezclarlas con celulosa virgen”, refirió.
Además, puso en relieve, “el papel hay que pepenarlo, transportarlo y reciclarlo y todo eso no se hace a lomo de mula, sino en transporte que emite combustible, lo mismo que la maquinaria para limpiar, reciclar y llevar el papel de nueva cuenta a donde hace falta. Por eso hay que poner en la balanza lo que más conviene, observando el costo de cada proceso”.
El ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) recordó que de acuerdo con un reporte de Greenpeace en la España de los pasados años 90, 25 por ciento de los residuos especiales del país procedían de la fabricación de papel y de libros.
“Los productos químicos, muchos organoclorados, eran enormemente tóxicos y muy permanentes en el ambiente”.
Esos productos, añadió, se utilizan en la producción de celulosa y el blanqueo del papel, pero tenían un severo efecto contaminante en ríos, manantiales y la salud de quienes estaban expuestos a esas sustancias.
“La sustitución de esos químicos por otros menos contaminantes, no producía un papel tan blanco, pero reducía medio millón de toneladas de contaminantes”.
Tales cambios y otros más recientes, abundó el especialista, impactaron no solamente en la industria editorial catalana sino en el resto de España y en la Comunidad Europea y los principales productores editoriales de otras partes del mundo. “Hoy, la industria librera europea ha diseñado ahora un manual sobre procedimientos industriales del libro”, informó.
La producción de libros electrónicos tampoco es la gran solución al problema, desde la perspectiva de José Sarukhán Kermez.
“Cada año en todo el mundo se producen alrededor de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos que también son altamente contaminantes; en 2012 se vendieron 12 millones de tabletas para leer libros y se espera que en 2017 sean 560 millones”.
En ese sentido, comentó que sólo se recicla entre el 20 y el 25 por ciento de esa chatarra electrónica, y no se contempla que para el año 2017 se avance en ese aspecto desde el punto de vista ecológico, por eso, “reducir” es la clave: Menos tirajes de nuevos títulos y tipografía menos pesada pueden hacer de la industria editorial algo más amigable con el medio ambiente.
De esa manera, el Fondo de Cultura Económica, la Caniem y Tinter Arts Gráfiques llevaron a cabo la jornada informativa “Libros verdes: Cómo reducir el impacto ambiental de la edición”, con el objetivo de promover la ecoedición en la cadena del libro, una forma innovadora de gestionar publicaciones mediante principios de sostenibilidad.
De acuerdo con el FCE, el método se utiliza con el propósito de minimizar el impacto ambiental a lo largo del ciclo de vida de los productos editoriales, desde la obtención de materias primas hasta el destino final de los residuos y, por otra parte, para fomentar la sensibilización mundial sobre el medio ambiente y promover la atención y acción política al respecto.
El acto fue inaugurado horas antes por José Carreño Carlón, director general del FCE, y José Ignacio Echeverría, presidente de la Caniem.
Durante esta jornada se realizaron diversas mesas de debate como “Ediciones amigables con el ambiente”, a cargo del doctor José Sarukhán Kermez, la cual fue ampliamente celebrada por los asistentes.
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