Informador.- “Cuando me acuerdo hasta lloro, aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”, dice una canción de los Tigres del Norte que cuenta la historia de un “mojado” en Estados Unidos, pero el castigo inicia antes de encerrarse en el país vecino. Desde México comienza el pago para cumplir el “sueño americano”.
Los precios que los contrabandistas cobran a los migrantes que pretenden llegar a los Estados Unidos difieren sustancialmente según el punto de partida. Los migrantes objeto de tráfico que cruzan la frontera entre México y los Estados Unidos pagan alrededor de dos mil dólares, en tanto los procedentes de fuera de México pueden pagar hasta 10 mil dólares.
Estos datos son recabados por la Oficina de Drogas y Crimen de la Organización de las Naciones Unidas en el documento “La Globalización del Crimen: Evaluación de la Amenaza del Crimen Organizado a nivel Transnacional”, que realizó en 2010.
Se estima que al año se dan tres millones de entradas ilegales en los Estados Unidos, que generan ingresos anuales de alrededor de seis mil 600 millones de dólares para los delincuentes.
En el documento se afirma que poco menos de un tercio de los migrantes en Estados Unidos son ilegales, y que alrededor de 80% de la población inmigrante ilegal en el país procede de Latinoamérica.
La Oficina describe que los delincuentes lucran con el tráfico ilícito de migrantes a través de fronteras y entre continentes. “El gran número de migrantes dispuestos a correr riesgos en busca de una vida mejor, cuando no pueden emigrar por vías legales, brinda una provechosa oportunidad a los delincuentes para explotar su vulnerabilidad”.
Entre las consecuencias de recurrir a estos métodos está la explotación y el abuso, y además sus vidas y seguridad corren peligro: se pueden asfixiar en el interior de los contenedores, o perecer en el desierto mientras son trasladados.
Agregan que hay muchos traficantes que tienen actividades comerciales legítimas e intervienen en el tráfico ilícito de migrantes como transportistas u hoteleros, “es frecuente también que se involucren en el proceso funcionarios corruptos y otras personas que quieren sacar provecho de la situación”.
Los migrantes indocumentados abandonan su país en busca de una vida mejor, sea para ellos o sus familias, “a veces en busca de trabajo y a veces para escapar de la pobreza, los desastres naturales, la violencia, el conflicto armado o la persecución”.
Las variantes en los procesos del tráfico pueden ir desde el transporte, a actos de fraude documental, préstamo de pasaportes, falsificación de documentos de identidad y la obtención de pasaportes o visados auténticos tramitados con otros documentos fraudulentos.
Los grupos de delincuencia organizada aparentemente corren muy poco riesgo de detención, pues se hacen pasar ellos por migrantes irregulares y son repatriados en lugar de quedar detenidos.
Denuncia la ausencia o insuficiencia de legislación nacional para reprimir el tráfico ilícito de migrantes, “la acción de los Estados muchas veces se dirige contra los migrantes, sin afectar a los contrabandistas y, en particular, a los grupos de la delincuencia organizada que son más difíciles de capturar”. Suma que el tráfico ilícito de migrantes no siempre se tipifica como delito grave y, por lo tanto, en estos casos no se pueden imponer sanciones graves.
La organización define el traslado por vías ilegales de migrantes como la “facilitación del cruce ilícito de fronteras o de la residencia ilegal con objeto de obtener un beneficio financiero u otro beneficio material”. Se menciona que este delito es perpetrado por redes delictivas organizadas que lo consideran una actividad mercantil.
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