Por Erika Villegas Ramos.
A lo largo de la historia de PEMEX han sucedido diferentes tragedias, la más reciente fue en la torre, pero no hay que olvidar, que Puebla ha sufrido también este tipo de accidentes; a cuatro años de la explosión que sucedió en Texmelucan he aquí una crónica de lo que sucedió.
5:00 a.m. de un domingo 19 de diciembre. Todo estaba en pleno orden se percibía una noche tranquila relajada común para unos, para otros era un fin de semana más de fiesta. Eran fechas navideñas, armónicas, de mucha unión, tranquilidad e hipocresía.
5:30 a.m. radicalmente cambio el panorama, recuerdo el hecho porque justo ese día mi madre se quedó conmigo, mi hermano subió a la habitación porque estaba buscando una lámpara, pues estaba un poco asustado porque no había luz en toda la casa, nos despertó para preguntar porque no había luz. Me inquieté porque no podía ver nada, lo único que hice fue jalar la persiana para poder mirar hacia la ventana y que entrara la luz exterior, pero cuál fue mi sorpresa. Desde mi habitación se podían ver unas inmensas llamas con medidas de 30 ó 40 metros, me percaté y de inmediato le dije a mi hermano y a mi madre que se asomaran. En esos momento pudimos notar el cielo rojo llegamos a creer que el volcán había hecho erupción.
5:40 mi hermano subió a la azotea para poder mirar mejor, cuando miró que las llamas se notaban más, corrió hacia la habitación de todos y comenzó a gritar: “¡Vámonos!, se está quemando San Martín, ¡Vámonos ya!” Mi padre al escuchar los gritos se despertó de un salto y dijo: “¡Qué pasa! ¿Por qué corren?” Yo le conteste: “¡al parecer se está incendiando una casa o muchas casas, y el incendio viene con dirección hacía nosotros!” Mi padre exclamó: “¿Ya llamaron al 066 para preguntar qué sucedió?” En ese momento me da su teléfono y me pide que llame mientras él se vestía. Mi hermano dice: “cámbiense voy por los niños y mi padre ¡sí, mientras enciendo las camionetas!” Todos con miedo, mi madre muy asustada, mis hermanos menores no sabían qué hacer, y yo en el teléfono. Cuando me dijeron que habían explotado ductos de PEMEX de inmediato le avisé a mi padre, iba en pijama, todos salimos hasta el patio, subimos de inmediato a la camioneta con dirección contraria al incendio.
5:50, el salir de la casa y ver muchas personas corriendo por todos lados, algunos semidesnudos otros llorando fue traumante y todo la ciudad oscura, casi podía compararlo con alguna película de ciencia ficción.
6:00, llegamos a un puente, las personas lo ocuparon como mirador para ver el incendio, mi padre decide estacionarse y nos bajamos para ver. Era impresionante, quizás estábamos a más de 3 kilómetros del incendio y desde ahí las llamas de fuego se distinguían, lo más sorprendente es que ya había amanecido, pero se veía oscuro ya que una nube enorme de humo negro tapo completamente la ciudad.
10:00 am al parecer el incendio término, regresamos a casa por nuestras cosas y como los soldados dijeron que teníamos que evacuar, recogimos lo más importante, salimos de ahí y optamos por pasar por la zona cero. Había mucha gente y seguían las explosiones, de inmediato acudimos a un pueblo llamado El Verde. Nos hospedamos en una iglesia, pasamos todo el día ahí, la gente nos preparó de comer.
Regresamos a casa, al parecer no había vecinos y por miedo a que sucediera otra vez, decidimos pasar la noche en un hotel al sur de la ciudad.
Entre tanta plática, miedo y cansancio me quedé dormida.
De acuerdo a la crónica está en nosotros reflexionar sobre la empresa PEMEX, ya que sin duda alguna es una de las más importantes del país, y no deben de repetirse este tipo de tragedias.
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