El Informador.- La noche de este miércoles se presentó en la Librería del Fondo de Cultura Económica de Guadalajara la Poesía completa del escritor mexicano Efraín Huerta.
Luis Vicente de Aguinaga fue el encargado de charlar sobre Huerta, y no sólo se ciñó a la poesía, también habló del Iconografía, un álbum fotográfico que estuvo a cargo de Emiliano Delgadillo, un tesista de licenciatura de la UNAM, «un joven investigador muy bueno a quien le debemos esta edición». De Aguinaga ganó en 2004 el premio de Poesía Efraín Huerta, y expresó su agrado porque el FCE se tomara «felizmente en serio la celebración del centenario de Huerta»: la casa editorial no nada más editó por tercera ocasión la poesía, también incluyó en su catálogo El Gran Cocodrilo en treinta poemínimos, una edición especial que es «un libro juguetón con una encuadernación que rememora la piel de cocodrilo», en palabras del también poeta. Completa el cuarteto de libros El otro Efraín. Antología prosística, «Todo lo que escribió Huerta en prosa está aquí»: esta edición estuvo en manos de Carlos Ulises Mata.
Anteriormente el Fondo de Cultura Económica había editado la poesía de Huerta en una edición de 1988, pocos años después de la muerte del poeta. Siete años después se reimprimió un nuevo tiraje, pero en opinión de Luis Vicente, esas ediciones serán reemplazadas por ésta, que corrige las erratas y también agrega varios poemas que habían quedado fuera. Uno de esos poemas fue «Corrido de una enamorada», escrito luego de ver una película con el Indio Fernández, «Huerta no reseñó la película, reaccionó a ella», comentó el presentador, quien se expresó de Huerta como «Un poeta fundamental en nuestra tradición más reciente».
La charla de De Aguinaga desglosó poemario por poemario la obra de Huerta, demorándose en las anécdotas e incluso leyendo fragmentos de un poema, como lo fue «Borrador para un testamento» (que Efraín dedicó a Octavio Paz), que trata sobre las caminatas de adolescencia gracias al insomnio. Dentro del tema de la adolescencia De Aguinaga centró la importancia de esa etapa en la vida de Efraín Huerta, que a pesar de ser de Silao (Guanajuato), vivió en la Ciudad de México, y «Uno es de donde cursa el bachillerato», dijo Luis Vicente citando a Max Aub, y agregó que «Uno es de donde empieza a recorrer las calles por sí mismo, no ya sólo como un agregado de los padres». Y fue precisamente con esas caminatas peripatéticas donde surgió para Huerta (y para muchos otros) el diálogo, pues «la caminata perfecciona el ritmo del pensamiento», comentó.
En las celebraciones de la literatura nacional no sólo Huerta ha sido el centenario del año, también Octavio Paz y José Revueltas. Sobre ellos y su interacción con Huerta, el también traductor De Aguinaga dijo: «Es el centenario de Paz, Huerta y Revueltas, quienes forman una especia de triángulo escaleno dentro de la inteligencia nacional: sus lados no son comparables, pero sí congruentes».
A propósito de los famosos poemínimos de Huerta, De Aguinaga aseguró que «Con sentido del humor y ganas de fastidiar Efraín Huerta tomaba frases cotidianas para reconstruirlas en sus poemínimos. Frases hechas que mataba para volverles a dar vida».
Para seguir leyendo: «’El Tajín’ por sí solo es uno de los poemas más importantes, es sintomático del sexenio de Díaz Ordaz y un México que topa con un precipicio y al que le sigue una caída».
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