Entre música y anécdotas, rinden homenaje a Julio Cortázar

Notimex. A propósito del centenario del nacimiento de Julio Cortázar, que se conmemora el próximo martes, el músico Fernando Rivera Calderón y el escritor Jorge F. Hernández ofrecieron anoche una charla sobre la obra del connotado autor argentino.

Entre canciones, anécdotas y la lectura de fragmentos de “Rayuela”, en el Foro Expresarte, Rivera Calderón expuso: “Creo que Cortázar tiene esa magia modesta que nos ilumina los días (…) eso que vemos cuando somos niños y que de repente se nos olvida, esa capacidad de jugar con las palabras, el mundo y los amores”.

Lo que hoy hacemos, dijo, es rendirle tributo al “gran” Julio Cortázar, un escritor que para muchos ha sido una clase de revelación, porque él siempre fue como una especie de revolucionario, una especie de versión literaria del “Che” Guevara, a quien él, por cierto, admiraba mucho.

El también conductor de radio agregó que su admiración por el “Che” Guevara radicó en que este político, escritor y periodista argentino-cubano poseía conocimientos sobre la guerra y era tremendamente apasionado.

Por su parte, Cortázar era un hombre cuya literatura denota que no está hecha precisamente de la imaginación, y “aunque su imaginación fue prodigiosa, es de esos escritores que uno sabe que han vivido prácticamente todo lo que escriben e incluso lo que es parte de los sueños y del imaginario, como en la ´Noche boca arriba´, que me encanta y tiene una gran referencia de nuestra cultura y costumbres prehispánicas”, mencionó.

En su oportunidad, Jorge F. Hernández compartió, con viveza e ironía, cómo fue su encuentro con el autor de “La vuelta al día en ochenta mundos”, “Bestiario” y “Salvo el crepúsculo”, entre otras publicaciones.

“Hace menos de 33 años Cortázar vino a México, estaba en el Parnaso de Coyoacán, lo vi y le hice la clásica pregunta de los tontos: ¿Eres Julio Cortázar?

“La siguiente cosa que se me ocurrió decirle fue ´yo no creí que fueras tan joven y él me dijo, yo no creí que fueras tan viejo. Luego se me ocurrió proponerle que si podía esperarme para comprar ´Rayuela´ y dijo claro. Posteriormente, el de la librería me dijo: Eres uno de los grandes imbéciles que ha dado México, ésto porque yo vivía en la Nápoles y al regresar, él (Julio) ya no estaba”.