Por: Antonio Zamora.
Sus coloridas obras, siempre reflejando su amor por Puebla y tratando de explicar lo que significa vivir en esta ciudad, principalmente siendo mujer, le han ayudado a la artista plástica poblana Liliana Amezcua Álvarez a ganarse el reconocimiento de sus paisanos, pero sobre todo el del extranjero.
“Mi trabajo lo vio el profesor Stephen Vollmer en la exposición ‘Éxtasis y Abundancia´ y le gustó, por lo que lo recomendó con algunos coleccionistas mexicanos en Phoenix y hay la posibilidad de que se lleven mi trabajo, lo que cambiaría totalmente mi vida”, compartió en entrevista posterior a la inauguración de la exhibición ‘Recargando a la China Poblana’ en la que participa.
Con orgullo, presumió sus obras, sobre todo la titulada ‘Chinga Poblana’, que se muestran en esta exposición, la cual aplaudió como una nueva forma de ver a este ícono poblano, principalmente porque su propuesta se basa en las costumbres y tradiciones poblanas.
“Amo a Puebla y me encanta la propuesta de mostrar a la China Poblana desde una perspectiva diferente. Mi obra se basa en ella y en todo lo relacionado a Puebla y me hubiera sentido muy ofendida si no me hubieran invitado”, dijo sin tapujos.
Siempre de buen humor, mismo que transmite a su trabajo, pero también con un carácter fuerte que le ha permitido no sobajarse ante las pretensiones de otros, recordó una mala experiencia que tuvo con la exdirectora del IMAC, Patricia Sánchez Matamoros, quien levantó polémica en 2012 por despedir aparentemente sin justificación al entonces curador del instituto, Ernesto Cortés, hoy director de Museos del CECAP (Consejo Estatal para la Cultura y las Artes).
“Nunca he andado de besamanos, al contrario soy contestataria y aún así le dan lugar a mi trabajo porque ha gustado mucho. De las peores cosas que me han pasado fue cuando la exdirectora del IMAC, Patricia Sánchez, estuvo conmigo en la inauguración de una obra y al otro día corrió a Ernesto Cortés, que había sido el que curador de mi cuadro”, relató.
Pero su vida no solo ha estado dedicada al arte, ya que también atiende la legendaria perfumería “La Mireya”, que fue la primera que existió en la capital poblana fundada en 1923 por su abuelo y que ahora, reconoce, está muriendo poco a poco, por la escases de la materia prima, pero sobre todo por las trabas que en la Secretaría de Hacienda le ha puesto a su negocio.
“Como no puedes vivir del arte, también me dedico a la perfumería que me dejó mi abuelo, aunque la estoy pasando mal porque el negocio está muriendo poco a poco. Ya no hay materia prima para elaborar mis productos porque las prohibieron y Hacienda me pone reglas que son una locura para el tipo de negocio”, señaló.
Mientras espera alguna respuesta desde Estados Unidos de los coleccionistas, Amezcua ya prepara la que será su nueva obra, que, si la dejan, la podrá exhibir en la Galería Corona. Enfocada al Día de Muertos, a esta nueva creación le ha dedicado hasta 12 horas sin parar, con el único propósito de seguir maravillando al público poblano, y también de fuera del país.
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