“Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”, decía el poeta Alexander Pope. Quizá errar sea también de sabios. Según un equipo de investigadores de la Fundación Baycrest de Toronto (Canadá) que ha realizado un estudio sobre la conexión entre el aprendizaje, la memoria y el conocimiento, ha concluido que cometer errores en el proceso de aprendizaje puede beneficiar a la memoria pero sólo si nuestras réplicas se aproximan a la respuesta correcta y no son respuestas meramente aleatorias.
Para llegar a esta conclusión los investigadores contaron con la participación de 65 adultos jóvenes sanos con una edad media de 22 años y con 64 adultos mayores sanos con una media de edad de 72 años. Los participantes aprendieron palabras basadas en la categoría semántica a la que pertenecían ciertos objetos (rosa, flor), añadiéndoles la respuesta correcta de inmediato. Además, también tuvieron que relacionar esas palabras con la similitud léxica de otras (por ejemplo: pera, pares)Más tarde, llegó la prueba de memoria. Los investigadores mostraban imágenes de los objetos previamente aprendidos y los participantes tenían que resolver de qué se trataba, esto es, si lo recordaban con claridad. Descubrieron que si el aprendizaje se había basado en categorías de palabras, recuperaban con más facilidad la respuesta que si se trataba de similitudes léxicas.
Según los investigadores, esto se produce porque nuestra memoria organiza la información en base a la forma, a la conceptualización de ese dato. Así, era más natural que aunque no recordaran la respuesta correcta, en este caso “pera”, les viniera a la mente otra fruta y no una palabra que se pareciera léxicamente a la respuesta correcta como “pares”. Así, decir “manzana”, cuando en realidad la figura era una “pera”, acercó a los participantes a la respuesta correcta en pruebas posteriores, porque éstos recordaban sus conjeturas anteriores -equivocadas pero cercanas-.
El aprendizaje por ensayo y error parece ser la clave para reforzar los conocimientos en curso, si nuestros errores están relacionados con la respuesta correcta pero también pueden dañar la memoria si estas respuestas no están relacionadas lo más mínimo, según explican los autores.
“Hacer conjeturas al azar no parece beneficiar a la memoria después de la respuesta correcta, pero acercarse a la respuesta parece actuar como un trampolín para la recuperación de la información correcta – y este beneficio se ve tanto en los adultos más jóvenes como en los de más edad”, afirma Andrée-Ann Cyr, líder del estudio.
El artículo ha sido publicado en la revista Journal of Experimental Psychology.
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