Muy Interesante.- Hace unos años, la profesora de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Brown (EE UU) Christine Janis tuvo una intuición al contemplar en un museo el esqueleto de un estenurino (Sthenurinea), una subfamilia extinta de canguros gigantes. Janis, experta en otras especies australianas prehistóricas como el lobo marsupial, pensó al ver los rasgos poco flexibles de este animal que posiblemente no se movería igual que los canguros actuales. Ese fue el punto de partida para una investigación en la que participa el científico de la Universidad de Málaga Borja Figueirido y que acaba de publicar en la revista PLoS ONE. La tesis de Janis es que aquellos canguros no saltaban, sino que caminaban con sus dos patas. “Aquellos animales pudieron haber tenido comportamientos y formas de vida distintos a sus parientes modernos, y la anatomía ósea proporciona grandes pistas”, dice Janis.
Los estenurinos, también llamados canguros gigantes de cara corta –su rostro es parecido al de los conejos actuales–, llegaban a pesar 240 kg –tres veces más que hoy– y muy probablemente eran caminantes bípedos. Los expertos hicieron un análisis estadístico y biomecánico de los huesos de un ejemplar de Sthenurinea y otros canguros y ualabís (marsupiales de pequeño tamaño) del pasado y el presente para llegar a esta conclusión. Desde un punto de vista biomecánico, los estenurinos de cualquier tamaño serían malos saltadores debido a su anatomía, según los investigadores. Además, para los individuos especialmente gigantes, un salto podía suponer una dificultad añadida. Por eso Janis cree que para poder ser tan grandes tenían necesariamente que caminar.
Los canguros actuales saltan a gran velocidad y se mueven a cuatro patas cuando quieren desplazarse más despacio. O, como ha confirmado un estudio reciente, se impulsan con las patas más la cola. Esto requiere una columna vertebral flexible y una cola robusta, así como unas extremidades superiores que puedan soportar su peso corporal. Pero los individuos de Sthenurinea no parecen haber tenido ninguno de esos atributos. Los científicos hallaron múltiples pruebas de que estaban mucho más adaptados que los canguros actuales para apoyar su peso sobre un pie cada vez, requisito necesario para caminar. “Los únicos canguros actuales capaces de hacerlo, de forma anecdótica, son los de especies arborícolas”, asegura Janis.
Además, por comparación, el extremo inferior de la tibia de los caballos y perros tiene un reborde que se envuelve sobre la parte posterior de la articulación, lo que proporciona estabilidad adicional para soportar más peso en cada tobillo y así poder correr y saltar. Los canguros actuales, que distribuyen su peso sobre ambos pies por igual, carecen de este reborde, pero los estenurinos sí lo tenían. Además, estos animales extintos tenían las articulaciones de la cadera y de la rodilla proporcionalmente más grandes. La forma de la pelvis también difiere, ya que era amplia y acampanada, y los músculos de sus glúteos eran proporcionalmente mucho más grandes que los de los de otros canguros.
Esos músculos les habrían permitido equilibrar el peso sobre una sola pierna a la vez, como hacemos los humanos para andar.
Por tanto, “si no podían, en términos de biomecánica, saltar a velocidades muy lentas –eran muy pesados– y no les resultaba fácil desplazarse a cuatro patas, entonces, dado que se tenían que mover de alguna forma, ¿qué les quedaba?”, se pregunta la investigadora. La conclusión, a la luz de su anatomía, es que esos canguros estaban especializados para caminar, no para dar saltos. Falta por aclarar por qué se extinguieron en el Pleistoceno tardío, hace unos 30.000 años. “Puede ser que tuvieran problemas para eludir a los cazadores humanos, o que no pudieran migrar lo suficientemente lejos para encontrar comida cuando el clima se volvió más árido”, concluye Janis.
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