EFE.- Algunas de las imágenes más icónicas de la primera mujer corresponsal de guerra, la estadounidense Margaret Bourke-White, pueden verse a partir de hoy en Buenos Aires en una muestra que recupera hasta marzo instantáneas históricas como la de Gandhi dos años antes de ser asesinado o de los destrozos de la segunda Guerra Mundial.
La exposición, que se prolongará durante tres meses en el Centro Cultural Borges, rescata 60 instantáneas de Bourke-White realizadas durante algunos de los hitos que marcaron la historia del siglo XX y que suponen un retrato fiel del sufrimiento y el horror de la guerra, con pequeños atisbos de humanidad y esperanza.
En la presentación de la muestra, la crítica de fotografía y periodista del New York Times Vicki Goldberg definió a la corresponsal como una “leyenda” que realizó un trabajo “soberbio” pese a que tuvo que enfrentarse a los obstáculos que se le presentaron en “un mundo de hombres”.
La también autora de la biografía de Bourke-White, publicada en los años 80, aseguró que muchos hombres “la envidiaban por la atención que recibía” y reveló que pese a las barreras, siempre terminaba accediendo a los lugares que deseaba retratar.
Pese a ello, mediante el éxito y la fama que construyó por sí misma, consiguió convertirse en una “inspiración” de las mujeres fotógrafas de la época, que “no eran feministas” sino luchadoras “que querían abrirse un camino”, insistió Goldberg.
Ese espíritu de superación se evidencia constantemente a lo largo de toda la exposición, en la que destacan las fotografías sobre el proceso de industrialización en la Rusia de Stalin, la segunda Guerra Mundial o el conflicto entre las dos Coreas.
Aunque no cabe duda de que uno de los principales responsables de que Bourke-White pasara a la historia fue el padre de la independencia India, Mahatma Gandhi, ya que en 1946 la revista Life la envió al país asiático para cubrir su emancipación de Gran Bretaña.
Fue allí donde realizó un extenso reportaje sobre el día de silencio del líder indio en el que lo captó con la rueca, el símbolo de la lucha pacífica de la India, apenas dos años antes de su asesinato.
Pese a que en la muestra predomina la violencia, la angustia y el dolor, también hay sitio para la ilusión en imágenes como la de la liberación del campo de concentración de Buchenwald (Alemania) en 1945 o el emotivo reencuentro entre un exguerrillero comunista y su madre en Corea en 1952.
Bourke-White se convirtió en la primera reportera contratada por la revista Life en 1936 y, desde entonces, estuvo estrechamente vinculada a ella hasta el punto de que murió en 1971 y tan solo un año después el medio publicó su último número.
El compromiso de Bourke-White con su trabajo fue tan fuerte que en más de una ocasión su vida corrió grave peligro, como en los años 40, cuando el barco en el que se trasladaba con las tropas estadounidenses por el norte de África fue atacado por un torpedo.
Y actualmente, ¿hay tiempo y espacio en los medios para obras fotográficas de la calidad de la de la fallecida corresponsal estadounidense? Según Goldberg, el reportero que consigue que le publiquen una imagen hoy en día está de suerte.
En ese sentido, criticó que los extensos fotoensayos que publicaban medios con el criterio de Life fueron sustituidos tras su cierre por meras imágenes de famosos.
Aun así, la periodista del diario neoyorquino destacó que han comenzado a aparecer nuevas oportunidades gracias a los encargos de organizaciones sin ánimo de lucro y las nuevas tecnologías, que permiten a los reporteros difundir sus trabajos gratuitamente o publicarlos por un coste muy bajo.
“El fotoperiodismo cambió radicalmente”, sentenció, pero muestras como la que se exhibe desde hoy en Argentina contribuyen a que los informadores no olviden nunca de dónde vienen.
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