Notimex. Alumnos de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) impulsan un proyecto integral orientado a producir alimentos para el autoconsumo familiar, informó Patricia Baas Rejón, coordinadora logística de esta estrategia.
La propuesta que desarrollan bachilleres de la Unidad Académica de Interacción Comunitaria de la UADY impacta de manera directa en el cuidado del medio ambiente y la promoción de las actividades auto sustentables.
Además, el proyecto, apoyado por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) federal, respalda la cruzada contra el hambre, el uso y conocimiento de las tecnologías renovables, así como la conservación de las raíces, al empoderar lo que la comunidad tiene en su traspatio y puede explotar.
Baas Rejón recordó que inició en 2002 en la comunidad de Ticimul, donde el primer paso fue impulsar la práctica de la producción de alimentos en los huertos de traspatio, muchos de los cuales “ya ni se consumían”.
Con base en un estudio desarrollado en este poblado, mencionó que la población “dejó de consumir lo que la comunidad producía, incluso dejaron de producir los huertos de traspatio que eran muy comunes”.
Además, ya no de cultivaron las frutas y verduras y no las consumían porque se consideraba que era más fácil ir a comprarlas al mercado o al súper.
Por ello, la primera acción fue capacitar a la población, unas 20 familias de la localidad, en el manejo adecuado de la tierra y la instrumentación de las pequeñas hortalizas, como parte de una propuesta de la UABIC denominada “Manos a la tierra”.
La segunda parte del estudio arrojó que estas personas, en su mayoría, carecían de una nutrición balanceada y completa, además de problemas de salud asociados a las vías respiratorias, por el uso de leña para preparar sus alimentos.
Ante ello, alumnos del área de energías renovables se dieron a la tarea de desarrollar un deshidratador solar, para buscar que las frutas y verduras pudieran ser deshidratadas y después empleadas en platillos diversos, sin que pierdan sus propiedades principales.
Adicional, se diseñaron y pusieron en operación cocinas, hornos y calentadores solares, con lo que objetivo de reducir el uso de la leña y combustibles.
Baas Rejón explicó que en el caso del deshidratador solar, elaborado básicamente con bolsas de plástico obscuras y transparentes, madera y malla mosquitera, se pretende que frutas y verduras “no pierdan su esencia y se utilicen frutos de la región”.
Al respecto, detalló que docentes en física y alumnos orientaron sus esfuerzos al diseño del deshidratador, una especie de base de cama con cabecera, con una entrada de aire caliente en la parte delantera, lo cual recorre la base y sube el calor que impacta en unas charolas de aluminio donde están los alimentos.
La docente recordó que en este proceso, para la estructuración y elaboración del deshidratador solar, se realizaron estudios sobre tiempos de exposición por temperatura, condición del calor, de la tierra o el sitio donde se sitúa esta estructura, entre otros.
El siguiente paso fue capacitar a las familias en la elaboración de su propio deshidratador y también de su uso, a fin de que ellas pudieran experimentar con diversos alimentos.
En tanto, la nutrióloga de la unidad de Bachillerato de Interacción Comunitaria, Yicel Sosa Sauri, indicó que el siguiente paso fue capacitar a las amas de casa en cómo incluir estos frutas, verduras, incluso especies, en la dieta de sus familias, por ejemplo un tomate.
Lo que hace el deshidratador, precisó, es únicamente retirar el agua para que el alimento se conserve mucho más tiempo. Por ejemplo un mango nos puede durar una semana en la cocina, pero deshidratado unos seis meses, conservándose la mayor parte de sus propiedades.
Lo mismo sucede con un tomate, se puede deshidratar y utilizarlo luego en un potaje, recuperando su forma al tener contacto con el agua.
Empero, “su utilización depende de la creatividad de las personas, por ejemplo hay quienes han elaborado un pan molido con tomate deshidratado, similar al empanizador que se adquiere en el supermercado, mientras que otros le agregan ajo o chiles.
En los desayunos escolares, abundó, hemos elaborado cereales con plátano deshidratado, panes con remolacha y zanahoria, entre otros alimentos que los niños ingieren sin saber y que comúnmente no comerían, al tiempo que las mamás están felices por el consumo de nutrientes.
Las primeras pruebas de esos alimentos se realizan en la unidad académica, con degustaciones a los alumnos o durante los “Coffee Break” que se ofrecen cuando se tienen eventos, lo que generalmente son un éxito, por ejemplo, canapés de pan con tomate deshidratado.
Lo mismo sucede con el mango que pueden hacerse cortes para utilizarse en futuras ocasiones en postres o bien, añadirle chile antes de la deshidratación para poder tener una botana. Lo mismo se puede hacer con la manzana, pepinos, entre otros, detalló Sosa Sauri.
Uno de los puntos pendientes de evaluación corresponde a estándares de calidad y reglas de higiene del deshidratador, a la fase de producción de los alimentos, de viabilidad del proyecto comunitario, así como impacto en el crecimiento de los niños por consumo de alimentos.
Sobre el proyecto, los estudiantes participantes, Danna Cortés Chablé y Víctor Rosado Valdez, coincidieron en la factibilidad de los deshidratadores solares como una tecnología que permite mejorar las condiciones de alimentación de las personas.
Para los jóvenes, esta propuesta no sólo permite atender a la población, sino que es una ampliación del conocimiento debido a que se ponen en práctica conceptos adquiridos.
El proyecto ha logrado la aceptación por la mayor parte de las familias de la comunidad, gracias a su fácil aplicación, empero para muchos es el momento de dar el siguiente paso a la comercialización de productos como el de mango con chile o elaboración de empanizadores con especies.
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