EFE.- Ni el recientemente fallecido Gabriel García Márquez, ni la premio Cervantes Elena Poniatowska, ni el nobel Octavio Paz, ni el súper ventas Ken Follett; los grandes protagonistas de la XXVIII edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) han sido los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
Han estado en algunas paredes forradas con sus fotos, en las afueras de la Expo Guadalajara a modo de retratos y protestas, en las preguntas de los periodistas, en las conversaciones entre escritores y especialmente en sus discursos.
“Es imposible que no mencionemos todos los días, mañana, tarde y noche”, decía esta semana Poniatowska, quien arranca todos sus actos públicos con una mención a los 43 jóvenes que desaparecieron el pasado 26 de septiembre en la localidad mexicana de Iguala, a manos de policías corruptos que los entregaron al narco.
Ya la feria inició el pasado sábado 29 con un discurso solidario del presidente, Raúl Padilla, declarando ante los aplausos del público asistente que este caso “ha revelado lo gravemente que la nación y el Estado mexicano se han visto afectados por el crimen organizado”.
Desde su arranque, la feria más importante de las letras hispanas se ha teñido con un velo de luto, invisible pero sensible, por un México al que muchos intelectuales llaman “Estado fallido” y cuyo dolor ha traspasado las fronteras. Argentina, país invitado, ya vivió esa tragedia hace décadas.
Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, contaba en una charla con periodistas que al escuchar a los padres de los 43 jóvenes, con los que se ha reunido, se “retrotrajo” a los años setenta, cuando las entonces madres estaban desesperadas, dando vueltas a una plaza, exigiendo justicia, llenas de terror, pero con ganas infinitas de luchar.
Eso fue lo que les recetó a los padres, fuerza, valor y no dejar nunca su lucha, no bajar los brazos y no conformarse con cualquier explicación con la que las autoridades pretendan acallarlos.
En esta charla intervino uno de los padres de los desaparecidos y con un discurso claro y desesperado pidió al mundo que no los olviden, que los ayuden a encontrar a sus hijos y a exigir respuestas.
Con lágrimas en los ojos que acabaron contagiándose entre los asistentes, contó que su pobreza y su enfermedad ya no le importan, pues el cuerpo ha dejado de dolerle por el dolor de su corazón.
Este padre trajo hasta la FIL una exposición de cuadros realizados por pintores de Guerrero, donde se encuentra Iguala, en los que interpretaron los retratos de los jóvenes,
Los retratos fueron exhibidos solo durante unas horas en las afueras de la feria, entre presiones policiales.
Una valla rodeando el edificio, instalada por policías de la Gendarmería mexicana, ha recordado que en México los ciudadanos están cada día más enfadados.
Desde las afueras de la Expo salió el pasado 1 de diciembre una de las protestas que se realizaron ese día en todo el país, a la que se unieron varios intelectuales para expresar su solidaridad con los 43.
Estos también están presentes en las solapas de muchos, con un pin con el 43, la cifra que se ha convertido en las últimas semanas en la más triste del mundo.
Y en plena feria, en varios momentos se colaron grupos pequeños de manifestantes y pasearon entre los millones de libros, con carteles de protesta y el grito unánime de “vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
En las pocas palabras a viva voz de uno de los intelectuales más emblemáticos de México, Fernando Del Paso, rebelándose contra las secuelas de varias afecciones cardiacas que casi no lo dejan hablar, mostró su solidaridad con los padres de los 43 estudiantes.
Igual que lo hicieron la mayoría de los escritores participantes, quienes en un momento u otro de sus intervenciones tuvieron palabras de recuerdo, sin duda las más aplaudidas por el público.
Y no solo los presentes, también se habló en voz de los ausentes. Juan Gelman se habría indignado con lo sucedido, contaba uno de los ponentes en su homenaje; también José Revueltas, el revolucionario, estandarte de la lucha estudiantil y juvenil por los derechos de los más desfavorecidos.
La XXVIII feria del libro será recordada por los homenajes a los centenarios Julio Cortázar y Octavio Paz, pero también por esa terrible historia que sin duda acabará contada en muchos de los libros que están por escribirse.
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