Notiemex. La Danza de los Parachicos engalana la Fiesta Grande de enero de esta ciudad con bailarines que visten una máscara de madera, sarape, chin-chin o sonaja y chalinas adornadas de motivos religiosos o florales.
Los danzantes pasan por distintos templos, ermitas y calles, donde los santos patronos de esta comunidad son festejados con este baile, comidas tradicionales y ceremonias religiosas, como parte de la fiesta que comenzó el 8 de enero y terminará el día 23.
Aunque el origen de la utilización de máscara no ha sido determinado, ésta ha sido usada desde hace cientos de años.
En un comienzo portar la máscara era por usos rituales y ceremoniales, después tuvo una función lúdica, más tarde se utilizó para la representación teatral y posteriormente se llevó en fiestas y carnavales.
El patrón de los parachicos de Chiapa de Corzo, Rubicel Gómez Nigenda, refirió que algunas de las máscaras que usan los danzantes son de origen prehispánico, en su mayoría representan animales de la región, como el tigre, o emulan a deidades de la cosmogonía local.
Con la llegada de los españoles, las máscaras fueron utilizadas en algunas regiones del país por los evangelizadores, aprovechando la aceptación que tenían dentro de los rituales, expuso.
Aunque esto no fue completamente exitoso, comenzaron a producirse nuevas máscaras, ahora con motivos de la colonización y emulando los rostros de los conquistadores, apuntó en entrevista.
Gómez Nigenda dijo que esos procesos de interacción en varias culturas motivaron intercambios, de tal suerte que ni las máscaras ni las danzas permanecen iguales desde su origen hasta el presente.
La fusión de formas del pensamiento prehispánico y del europeo dio como resultado el sincretismo, una nueva cultura, o más bien nuevas culturas, señaló.
Aquí, siguió, los parachicos participan para venerar a tres imágenes religiosas que se festejan este mes y en todas participan con mucha frecuencia personajes enmascarados, los santos San Sebastián, San Antonio Abad y Señor de Esquipulas.
Aunque la máscara es un medio para representar a un determinado personaje por el contexto en que se usa, es siempre un objeto
ceremonial, pues se danza en honor del santo patrono, puntualizó.
Aparte de su función en las danzas, las máscaras se afirman como obras de arte que permiten un goce estético con un tratamiento que suele ser realista, pero también las hay como superposiciones de animales y alimañas con resultados inimaginables.
Hay máscaras con semblantes serios, sonrientes y caricaturescos; apariencias malignas, diabólicas, como las máscaras de las danzas de los diablos en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, terroríficas y bondadosas.
La mayoría de las máscaras están talladas en madera, pero se usan también materiales como cuero, piel, tela, papel aglutinado, cera, barro, tela de alambre, mimbre, hojalata y muchos otros.
Gómez Nigenda anotó que la máscara de parachico manifiesta “espiritualidad y sobresaltos en un presente que rebasa recuerdos. Con la máscara se es joven, con la máscara se es viejo, con la máscara se es lo que se quiere ser. Máscara sobre máscara”.
La máscara es el reflejo de una identidad que no es la nuestra que se da a conocer para ocultar el rostro del sufrido, del afligido, del preocupado, del nostálgico, del pobre, del rico, del hombre, de la mujer, del niño, si refleja a un anciano significa respeto y sabiduría y si es un joven inquietud y energía, mencionó.
Mientras la máscara ríe el ser que estas detrás llora, goza, baila cumple su manda, su promesa, entabla una comunión con un ser superior, manifiesta su verdadero sentir, eleva plegarias, paga por pecados, recobra fuerzas, se llena de energías, vive su fiesta, desborda sus emociones, abundó.
Asimismo, afirmó, portar una máscara significa un orgullo para la familia para el pueblo, para la misma tradición.
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