Notimex. Expertos mexicanos encabezan los trabajos de rescate y restauración de un museo en la Tumba Tebana 39 de Puimra, ubicada en la zona de Assasif, en Luxor, Egipto, que se abrirá en no más de cuatro años.
Gabriela Arrache, directora general de la Sociedad Mexicana de Egiptología y cabeza del equipo mexicano, estimó que cuando el lugar se abra al público será una de las más bellos y visitados del país.
En su novena etapa la delegación de esta nación incluyó a 15 miembros y ha recibido el reconocimiento de sus pares del mundo (300 equipos de diversos países laboran allá) por su destacado trabajo.
Egipto recibe muchas solicitudes de todas partes para trabajar en el rescate de zonas arqueológicas y sólo unas cuantas son aceptadas, lo que pone en evidencia el prestigio de los expertos mexicanos.
La Tumba Tebana 39 es un complejo funerario que mide 18 por 30 metros. Se construyó hace tres mil 500 años en honor del segundo profeta Puimra del Dios Amón, muy destacado durante el gobierno de la reina Hat-Shep-Sut correspondiente a la dinastía XVIII.
El personaje -cuyo nombre significa “El que está en el Sol”- tenía 17 títulos de nobleza y fue el primero que hizo su tumba en un sitio que más tarde se convertiría en el Valle de los Nobles.
A la entrada de ella, como en otras, hay una maldición contra saqueadores, pero también se lee una bendición para quienes visitan al personaje o contribuyan al rescate del sitio.
La Sociedad Mexicana de Egiptología solicitó a ese país la segunda opción, lo que desde un inicio ha tenido el respaldo de la Universidad del Valle de México.
También participan en esas labores representantes de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), aunque gran parte de los gastos de los mexicanos corre a cargo de tres miembros de la Sociedad.
De 2005 a la fecha se han realizado nueve temporadas, la última de ocho semanas, a razón de alrededor de 40 a 60 mil dólares por temporada.
Los trabajos iniciaron en 2005 y la prioridad ha sido consolidar la estructura de muros y bóvedas, así como la documentación, registro y reubicación de piezas originales con alto y bajorrelieve en las diferentes cámaras.
“Ha sido una tarea ardua y constante, primero para salvar el monumento y luego para salvar la belleza del mismo”, dijo Arrache, quien expuso que aun cuando el lugar ha sido saqueado y no queda ni la tumba ni las ofrendas que lo acompañaron, las paredes –talladas sobre piedra— son sumamente hermosas.
La experta anunció que el grupo también trabaja en un libro que de cuenta de la historia de la tumba y de los hallazgos que los mexicanos han hecho en sus alrededores.
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