Notimex. Las críticas familiares y una infancia difícil en su natal Chihuahua no impidieron que el escritor Ignacio Solares siguiera el llamado de su vocación y estudiara Letras en la UNAM, donde se formó como el escritor, director de teatro, dramaturgo y académico mexicano que hoy es.
Su trayectoria incluye más de una docena de títulos publicados y premios como el Nacional de Periodismo de México en el área de Divulgación Cultural, 1994; el Nacional de Literatura José Fuentes Mares, en 1996; el Xavier Villaurrutia, 1998, el Mazatlán de Literatura, en 2004; el Fernando Benítez, 2008, y el Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura, en 2010.
En la sesión hablarán de su vida y obra los escritores Rosa Beltrán, José Ramón Enríquez y Humberto Musacchio; mientras que los actores Jesús Ochoa, Antonio Crestani y Miguel Flores, leerán fragmentos de su obra.
Solares se crió con su padre, quien era alcohólico y no tenía trabajo estable, situación que lo marcó notablemente y después le sirvió de referencia para escribir sobre esos temas.
Ávido lector, al principio padeció el rechazo a su decisión de estudiar Letras en la capital, pero nunca se arrepintió pues, según él, “fue una época maravillosa, porque tuve grandes maestros como Rosario Castellanos, Luis Villoro, Ramón Xirau, en fin… Juan José Arreola, con quien tomé un taller de creación, fue fundamental para mí”.
En una entrevista difundida por la Coordinación Nacional de Literatura, el propio Solares recordó además el momento en que se convirtió en periodista, su primera oportunidad de publicar que le dio Luis Spota y su primer cuento en un medio, a los 19 años.
En “El Heraldo de México”, Solares tuvo la oportunidad de entrevistar a personalidades del mundo de la cultura; luego trabajó en “Excélsior” y años después participó en la revista “Plural”, de Octavio Paz, donde fue jefe de redacción.
Uno de los cargos que más ha disfrutado, dijo, es haber sido ser colaborador de “Diorama de la Cultura”, suplemento de “Excélsior”.
También rememoró su amistad con José Emilio Pacheco, con quien salía a cenar a un restaurante chino de la calle de Dolores, en una época en la que se podía caminar por la Alameda de forma tranquila.
“En aquellos años, el núcleo intelectual era más pequeño y había más comunicación. “Era otra ciudad y había un ambiente más cálido”, consideró.
Sobre su literatura, que se caracteriza por hablar de aspectos que aparentemente le están vedados a los humanos, puso énfasis en que “lo único que es insoportable es la realidad real”, de ahí que su interés por el espiritismo, la parapsicología y por lo oculto lo llevara a escribir algunos de sus libros más conocidos.
Al ver su trabajo y su vida en retrospectiva, consideró que han sido muy satisfactorios, y espera que su obra despierte interés en los jóvenes. “Hay que abrirle camino a los jóvenes ahora. Estoy muy agradecido de haber podido llegar a estas alturas, que ya después no queda más que la bajada precipitada”.
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