Mujeres jóvenes retrasan ingreso a mundo laboral en Tabasco

Notimex.- En Tabasco las mujeres de entre 12 y 29 años han retrasado la edad para conseguir el primer empleo, pues en 2000 iniciaban su vida laboral a los 14.5 años y una década después a los 18, indicó el investigador Armando Hernández de la Cruz.

En entrevista con Notimex, el experto dijo que esta tendencia se debe a que los jóvenes y en especial las mujeres le dan prioridad al campo de la educación, tanto a nivel urbano como rural, y con el apoyo de sus padres, “lo cual es un avance en la comunidad tabasqueña”.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo, expuso que en los estratos económicos medios y altos se da más esta condición, mientras en niveles más bajos es mayor la combinación del trabajo con la escuela.

En el estudio comparativo que abarcó una década, denominado Diagnóstico Sociodemográfico de los Jóvenes en Tabasco, dijo que el 45.6 por ciento de esa población consigue el primer empleo por recomendación o contratación familiar, que en 2000 era de 43 por ciento.

A través de una bolsa de trabajo, apuntó, el porcentaje es menor con el 2.8 por ciento y mediante recomendaciones vía sus escuelas en 1.4 por ciento, cifras que se mantienen y motiva a que las instituciones educativas aumenten su vínculo con los sectores productivos.

El integrante y profesor investigador del Departamento de Procesos Culturales y Alternativa Social del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) añadió que el estudio arrojó que el 70 por ciento de las mujeres jóvenes obtienen un primer empleo como vendedoras u obreras, índice que no varió.

De igual forma, expuso que los hombres mantienen una mayor inserción laboral, donde el 30 por ciento de las mujeres logran un empleo en zonas urbanas y sólo el 20 por ciento de las mujeres de origen rural tienen empleo o posibilidades de emplearse.

En relación a las condiciones de trabajo, apuntó que el 75 por ciento de las mujeres no cuenta con seguridad social o contrato y promedian un ingreso mensual de tres mil 760 pesos mensuales, mientras los jóvenes hombres ganan cuatro mil 100 pesos en su primer empleo, cifra similar durante la década analizada.

De las mil 840 encuestas que se efectuaron a jóvenes mujeres y hombres tanto en 2000 como en 2010, en escuelas secundarias, preparatorias y universidades tanto públicas como privadas, resultó que las mujeres que trabajan destinan el 47 por ciento de su ingreso para su indumentaria.

En tanto, el 24 por ciento es para alimentos, el 9 por ciento para ahorro y el 6 por ciento para pago de estudios académicos, comentó Hernández de la Cruz.

Hernández de la Cruz expuso que se detectó un alza con relación al 2000, pues en ese entonces las mujeres destinaban el 45 por ciento de su gasto para su ropa, calzado o arreglo personal, al parecer por una mayor exposición a la publicidad.

Otra característica del estudio comparativo entre 2000 y 2010, dijo, es que de toda la población desocupada, un 23 por ciento son jóvenes de ambos sexos en busca de empleo.

Sin embargo de ese total de jóvenes, el 37.7 por ciento en realidad expresan que no quieren trabajar, y la mayoría son las mujeres.

Consideró que esto es una “luz roja” para la sociedad tabasqueña, pues significa que las mujeres piensan en el retorno de una idea hegemónica de género, donde sea el hombre el que se ocupe de la manutención y ellas, aunque estén preparadas académicamente, quieren regresar a las labores del hogar.

El Maestro en Estudio de Género, apuntó que los jóvenes viven hoy condiciones de comodidad en sus hogares, con uso de tecnologías y poca colaboración de responsabilidades, lo cual también los motiva a no querer trabajar.

Precisó que en Tabasco, de acuerdo al Censo del Inegi de 2014, hay dos millones 238 mil 603 personas y de ese universo, el 33 por ciento son jóvenes entre 12 y 29 años y, de entre ellos, 365 mil 984 son mujeres.

El estudio buscó analizar entre los jóvenes temas como el empleo, la sexualidad, la familia, su participación en política, la educación y las drogas, que son analizados por módulos en Ecosur junto con otra investigadora, Esperanza Tuñón Pablos, finalizó.