Notimex. La máquina de escribir que utilizó Gabriel García a Márquez en la narración de Cien años de soledad y la medalla de oro que recibió cuando ganó el Premio Nobel (1982), son dos verdaderas reliquias que dejó para la eternidad junto con sus obras macondianas.
La Biblioteca Nacional, que es uno de los referentes culturales más importantes de Colombia, abrió la exposición titulada “Un espejo del mundo” para rendirle tributo a García Márquez, a un año de su fallecimiento, en el marco de la campaña que adelanta el ministerio de Cultura denominada “Gabo vive entre nosotros”.
La máquina de escribir en la que se gestó Cien años de soledad, el diploma y la medalla del Premio Nobel que recibió García Márquez en 1982, objetos donados a Colombia por la familia García Barcha, están en la sala como verdaderas joyas de la vida y la obra del colombiano grande dentro de las letras universales.
Cuando el visitante ingresa a la sala de exposición “Un espejo del mundo”, lo primero que quiere ver, observar al detalle es la máquina marca Smith Corona, en la que escribió durante largos días y largas noches ese mundo imaginario de Cien Años de Soledad… En estas teclas nació Macondo.
La Smith Corona, fue la quinta máquina de escribir que tuvo García Márquez en su labor de escritor, pero fue la primera máquina eléctrica comprada por él en 1964 en Ciudad de México.
El visitante avanza por un pequeño pasillo y se encuentra a su derecha las primeras ediciones de Cien años de Soledad, de Crónica de una muerte anunciada, Viva Sandino, El amor en los tiempos del cólera.
También destacan las obras, El general en su laberinto, Cuentos Peregrinos, Del amor y otros demonios, Noticias de un secuestro, El otoño del patriarca, y los siete cuentos maravillosos: La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada.
El escritor y periodista Daniel Samper, uno de los amigos entrañables de García Márquez, se desprendió de las obras firmadas por el escritor y las donó para el acervo bibliográfico de la Biblioteca Nacional. Ahí está la rúbrica del Nobel para la eternidad.
Fotografías del escritor sonriente y alegre, concentrado frente a su máquina de escribir, en las salas de redacción de los diarios colombianos, en donde ejercicio el periodismo como reportero, cronista, ensayista y en donde nutrió su obra literaria, le dan un toque más cercano y humano a la exposición.
Las reseñas de la prensa colombiana en 1982, cuando el mundo se enteró que García Márquez, con Cien años de soledad, era el nuevo Premio Nobel de Literatura, forman parte de la exposición y de la historia de la vida y la obra del autor.
En la exposición temporal “Un espejo del mundo” está la medalla y el diploma que recibió García Márquez de manos del Rey de Suecia en 1982, protegidos, como la máquina de escribir, en una urna de cristal y con el reflejo del rostro siempre sonriente de Gabo.
La Biblioteca Nacional adecuó un espacio de lectura y reflexión para que niños y adultos toquen las obras del escritor, las ojén, lean solo o en parejas apartes de ese mundo de ficción que creo García Márquez, que recreen y alimenten su espíritu con los diálogos de sus personajes macondianos que son tan universales como El Quijote y Sancho Panza.
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